La Cultura de la Sexualidad III, por P. Johan Leuridan
3. La cultura implica ética
El filósofo, uruguayo, Alberto Methol Ferré considera que la idea del “individuo” surgida en la historia europea como el núcleo de la construcción de la sociedad ocupa un lugar central en la filosofía moderna. El individuo se siente realizado cuando no es coherente consigo mismo ni con los demás porque se siente libre. Ya no existe una relación personal. Se elimina el tú. No interesa quién es el otro. Él no estima el bien por el bien sino él decide lo que es el bien y el mal. Se cae en un subjetivismo que goza sin normas. Él pervierte la belleza del amor por romper su unidad con la verdad y el bien. Algo bello separado, se vuelve esteticismo, vitalidad puro que afirma el placer a toda costa.
Las ciencias y sus aplicaciones se dan siempre en la experiencia con un ser humano libre, y esto se da en el encuentro con otros seres humanos, fundamentalmente en el trabajo y en la familia. Los cuerpos reciben un significa cultural por la libertad y el amor. Se convierten en un valor. El objeto material del cuerpo se transforma en persona. El hombre está inevitablemente ligado a la materia, pero la transciende por el amor, la inteligencia y la voluntad, que elevan el cuerpo a nivel de la cultura. La persona humana no es sólo adquirir conocimientos científicos sino vivencia de valores que no pasan por la ciencia. La ética es la reflexión sobre los valores y sobre la vivencia de los valores en y entre las personas.
La sexualidad pertenece a la naturaleza, al cuerpo humano. Este deseo es fundamental para la existencia de la humanidad y da un goce grande en la vida de los seres humanos, pero es también peligroso porque puede causar problemas individuales, sociales, violaciones y muertos. El ser humano debe renunciar a la satisfacción inmediata de sus deseos sexuales porque traerá muchos conflictos con otros seres humanos y víctimas principales son las mujeres que corren el peligro de violación y asesinato. La violencia es una amenaza permanente.
El fuerte deseo sexual es fundamental para la realización de la vida, pero necesita ser asumido por el ser humano en su cultura. En diferencia con los animales el ser humano no dispone de un orden natural para encausar su sexualidad. Es necesario canalizar la pulsión sexual porque la sexualidad humana tiene una referencia social. Se da en el encuentro con otros seres humanos. Los encuentros entre seres humanos se realizan en la libertad. Este encuentro libre se llama cultura. La sexualidad no es entonces solo un proceso material, sino el ser humano le da un significado cultural dentro de su relación con los otros seres humanos. Así como el futbolista se impone un dieta y ejercicios para logra su fin, el ser humano se impone directrices para lograr el amor verdadero que es el fin de la vida de todos. El sentido del fuerte deseo requiere sublimación. Siempre debe haber afecto, solidaridad, respeto, agradecimiento, lealtad etc. La sexualidad no puede perturbar estos valores imprescindibles. Se cuida los valores por medio de la sublimación. La sublimación se realiza por centrar la atención en preocupaciones y actividades de la vida como el trabajo, el arte, la visita a enfermos, el estudio, obras de caridad material o espiritual, el deporte, el interés social por otras personas, el culto de las buenas amistades, la colaboración de los hijos con sus padres, los juegos en familia, muy importante es el tiempo que padres e hijos se dedican para conversar entre ellos sobre la sociedad, sobre sus encuentros, sobre la fe, sobre la Iglesia, sobre su vida, sus problemas y sus logros. Un estudiante me dijo que solo tenían tiempo los domingos para conversar porque sus padres trabajaban para poder mantener la casa y salían muy temprano o llegaban muy tarde. Los gobiernos deben cuidar que los padres tengan tiempo para interactuar con sus hijos.
Se trata de lograr la coincidencia de la sexualidad con el placer, el amor y la seguridad de todos. Estas normas que el ser humano se impone para evitar la violencia son los medios para lograr la vivencia del amor en un ambiente seguro, el matrimonio y la familia. La defensa del amor entre ambos y con los hijos puede incluir sacrificios. El amor es el sentimiento de buscar el bien para uno mismo y para los demás. Con el nacimiento de los hijos se constituye una familia. De esta manera se excluye la relación por utilidad porque el amor va más allá de la utilidad. Aristóteles decía que el matrimonio es agradable cuando ambos tengan dignidad, es decir, cuando practiquen los valores. Aman a sus hijos y los hijos los aman (Aristóteles, Ética Nicómaco, VIII,12). El aporte material es importante pero lo principal es el afecto.
El deseo principal es el amor espiritual que consiste en buscar y hacer el bien. El afecto es primero porque une a todos y la inteligencia que debe ayudar a la unión.
En la próxima e última reflexión se tratará del sentido del deseo sexual.
Por P. Johan Leuridan Huys
Teólogo, filósofo y escritor. Padre Prior de la Basílica y Convento del Santísimo Rosario de Lima.