La homologación: El método para eliminar la dignidad de la persona y marginar a la Iglesia, por Fray Johan Leuridan

Ha surgido un nuevo espacio económico, el mercado global. Las naciones pierden importancia en cuanto a los movimientos de producción, dinero, inversiones y servicios. El sociólogo Ralf Dahrendorf compara el poder de esta nueva ideología con la del partido comunista: “la ideología del partido comunista es hoy la ideología de las élites de la sociedad tecnócrata”. Los gobiernos y las empresas nacionales no podrán competir y dependerán de las inversiones. La élite tecnológica quiere organizar científicamente la sociedad a partir de su teoría económica. Se necesita productores y consumidores. Por tal motivo, la élite económica manipula al hombre por la destrucción de todos los valores morales y logra la homologación de las opiniones, las ideas y los comportamientos. Puesto que no se puede conocer el bien los gobiernos deben ser neutrales. El Estado no puede  intervenir en la vida privada. El gobierno no puede imponer  valores o fines porque faltaría el respeto a la persona como  individuo libre e independiente que toma sus propias decisiones.

Las leyes deben ser neutrales; es decir, no puede proponer una manera de vivir. El gobierno solo debe cuidar que la libertad de uno no hace daño a la libertad de otro. Solo puede evitar el mal.

El gobierno se considera responsable de definir lo que es el mal que hace daño al otro.

La filósofa Martha Nussbaum señaló que esta filosofía de  la neutralidad de los gobiernos, esta libertad negativa, ha  sido particularmente negativa para las familias y sobre todo para  la educación de los hijos. Se ha declarado la familia democrática  porque la familia es un poder. Solo el Estado va a “educar” a la  juventud como si fueran objetos materiales de producción  de su política. La competitividad es el único criterio en la  educación. Este criterio no busca un consenso sobre lo  verdadero, lo justo y lo bello. Este pensamiento ha eliminado la  esencia de la ética. Las dictaduras en el socialismo controlan  los medios y las redes, pero debemos tomar conciencia que la  libertad de la familia, proclamada por los gobiernos neutrales demócratas, es aparente porque el dinero de la sociedad  tecnócrata monopoliza el derecho de manejar todos los medios y  redes con supuesta diversión, telenovelas, noticias falsas, vulgaridad, ejemplos de la vida de escándalos de la farándula  nacional e internacional etc. Las consideran las noticias más  importantes. Estos mensajes superficiales siembran indiferencia,  egoísmo, envidia y hedonismo. Esta élite da el tono mundial del relativismo y promueve los egoísmos colectivos de las  naciones. El conocimiento técnico, el dinero, la preocupación por el bienestar material y comodidades, dominan nuestro mundo.

La homologación trae nuevos riesgos de sometimiento y manipulación (Benedicto XVI).

El Concilio Vaticano II señala en el documento Gaudium et Spes que, por el mensaje positivista de las ciencias y la tecnología, han disminuido drásticamente las vocaciones sacerdotales y muchedumbres cada vez más numerosas dejan de practicar la religión. El ateísmo se presenta como un nuevo humanismo por exigencia del proceso científico. Se ha cerrado y vendido cientos de iglesias y conventos en la Unión Europea. Esta secularización también esta en camino en América Latina. El poderoso mensaje materialista domina todos los medios de comunicación, domina el marketing y logra asfixiar las conciencias. Todo se convierte en dinero. Los valores son el egoísmo y la envidia. La élite tecnológica y financiera transciende todas las culturas.

Existen dos interpretaciones teológicas frente a esta situación.

La primera explicación teológica explica, por referencia a la Biblia y a la historia, que Dios permite sancionar a un pueblo. El pueblo escogido sufrió exilio. ¿Cuántos imperios y civilizaciones desaparecieron? No estamos en el apocalipsis, pero hay signos. La negación de Dios, la imposición de las ideologías y un progreso técnico sin ética llevarán a la perversión, destrucciones de las libertades, dictaduras, guerras y ahora también invasión del mar en varios países, nuevos desiertos y hambrunas e inclusive a una guerra mundial que impediría el tráfico de bienes entre los países. Dios puede enfadarse y permitir los grandes desastres que los seres humanos mutuamente se hacen (P. Fortea, España).

La segunda interpretación teológica reconoce el mérito de la cultura secular de haber promovido la pluralidad y los derechos humanos.  Esta teología está de acuerdo con el fin de la cristiandad, pero indica que la actual cultural secular no puede radicalizarse y volverse una ideología que se impone como la única cultura. Ella no puede ser la “Secularización”, en lugar de la “Cristiandad”, que explica el sentido de la vida y elimina por decretos y leyes la vida de las religiones. Los debates siempre deben ser posibles. La cultura secular debe permanecer fiel a su gran principio de libertad y respetar a los que creen en Dios.  Se trata del sentido de la libertad. La respuesta no es que cada uno haga lo que le gusta porque el ser humano necesita la verdad y necesita saber como debe vivir. La pregunta es para todos igual: “¿Cuál es el sentido de mi vida y como debe vivir sin caer en comportamientos que destruyen a mí o a los demás? (Jozef De Kesele, arzobispo y cardenal de Bélgica).

Por Fray Johan Leuridan Huys