Pensar en la humanidad de Jesucristo, sobre todo en sus virtudes, en sus cualidades, vale preguntarse ¿qué tan humano pudo ser Jesús al experimentar las realidades propias de una persona común y corriente?, es necesario leer el Nuevo Testamento “entre líneas”, el “que se dice, sin decirse”, como señala el padre Jorge Vargas Assén, en su ponencia “Jesús y el Nuevo Testamento”, realizada en el II Congreso Nacional Bíblico Teológico Católico”, organizado por Perú Católico, para encontrar la respuesta.

El sacerdote mediático que evangeliza en Tik Tok e Instagram, cuestiona la imagen “blanda y buenita” cuando se refieren a Jesús, que dista mucho del carácter firme y decidido para enfrentar las diferentes situaciones a la que se exponía para cumplir con la misión de su Padre Dios.

“Jesús es una persona de carácter”, no el malgeniado e irascible, sino aquel que se incomoda, se fastidia en la justa medida, es decir, Jesús por momentos es manso con aquellos que lo humillan, aunque también muestra su frustración e indignación como en el episodio de Marcos 11, 15-18 “han convertido la casa de mi Padre en cueva de ladrones”, esto con relación a la expulsión de los mercaderes del Templo, precisa el padre Jorge.

Otra de las cualidades que se manifiesta en Dios hecho hombre es la paciencia que debe tener con sus apóstoles, que se refleja en la parábola del sembrador (Mc 4, 1-13) y en la segunda multiplicación de los panes (8, 14-21). En ambos escenarios Jesús les pregunta ¿aún no entienden? y pasa a explicarles. Con esta actitud, Jesucristo nos enseña a practicar la paciencia y orientar al que no sabe.

La habilidad de Jesús le ayuda a esquivar la trampa de los fariseos que pretendían enredarlo en sus palabras, como aquel diálogo del impuesto del César, al responder a los maestros de la Ley “Devuelvan, pues, al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios”. Una vez más se rompe el estereotipo de Jesús como “el bonachón en el mal sentido de la palabra”, refiere el sacerdote.

¿Todos merecen que se les hable del Reino de Dios? Pues no, dice el padre, que lo sostiene con las citas de Mateo 7, 6 “no den lo que es santo a los perros, ni echen sus perlas a los cerdos, pues podrían pisotearla…” o en el mismo Evangelio 10, 14 “y si en algún lugar no los recibe ni escuchan sus palabras, salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de los pies…”, con ello indica que la vehemencia, la fortaleza y el apasionamiento son otras características humanas de Jesucristo. Incluso se evidencia en el comportamiento que tiene con Pilato y Herodes, con el primero tiene diálogo porque le advierte una cierta apertura a la verdad contrario con Herodes.

En el pasaje del Evangelio de Mateo 23, 27 sobresale el carácter enérgico y directo del Maestro al referirse a los maestros de la Ley y fariseos, como hipócritas, que son unos sepulcros bien pintados, pero por dentro están llenos de podredumbre. De la misma manera, en la humanidad de Jesús aparece la bondad, cuando habla con la samaritana, resucita al hijo de la viuda de Naín, la curación del criado del centurión, en la que Jesús admirado resalta entre sus seguidores la fe del centurión. Por lo visto en los Evangelios se muestra la personalidad de Jesús, el ejemplo de ser humano para todo aquel que se considera seguidor de Cristo.

Tan es así la humanidad de Jesucristo que también experimenta angustia y temor en el Huerto de Getsemaní y en el momento de la Crucifixión, recordemos sus santas palabras: “Padre, si es posible aparta de mi este cáliz…”, “Dios mío, Dios mío, porque me has abandonado”, muchos llegamos hasta aquí. Sin embargo, Cristo avanza y nos enseña a saber confiar en su Padre al exclamar “…pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, recalca el padre Vargas.

El padre Jorge añade que Cristo encarna en el prototipo de lo que debe imitar el ser humano. En Mateo 10, 16 el mismo Cristo señala “…sean astutos como las serpientes, pero sencillos como las palomas”.

Entre las reflexiones del padre enfatiza que la verdad de Dios no se debe traicionar, es más puntualiza la necesidad de observar el error en el hermano sin maltratarlo y ya lo habrás salvado.