La relación con la materia y la relación entre personas, por Fray Johan Leuridan

Tanto para el liberalismo como para el socialismo la relación entre los hombres es un subproducto de la organización económica. No entienden que el hombre no es solo tiene una relación con la materia que transforma sino también tiene una relación con los otros seres humanos que trabajan con él. No entienden que las relaciones entre los trabajadores pasan por la cultura, es decir, la libertad con sus implicancias éticas. Juan Pablo II lo expresa de la siguiente manera:“Con su trabajo el hombre ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad en la que vive con sus hermanos” (Inicio de la encíclica “Laborem Exercens).  Trabajando el hombre se hace mejor o peor, éticamente hablando, en su encuentro con los otros trabajadores.

Jürgen Haberamas es el filósofo que tenía más influencia en la segunda parte del siglo XX.  El crítica la afirmación de Marx que entiende la relación entre las fuerzas productivas y la esfera de las relaciones humanas como irreductibles la una a la otra. Para Marx, ambas aparecen como dos caras de un mismo proceso. Jürgen Habermas aclaró la distinción fundamental entre trabajo material y la acción comunitaria o la relación humana. No se puede reducir las relaciones de producción a la dimensión de las fuerzas productivas. El desarrollo de las fuerzas productivas puede ayudar a la liberación moral del hombre, pero no la causa por sí mismo, ni siempre la ayuda. Para el marxismo no importa si el cambio se realiza por hombres que viven la hermandad o si se hacen con egoísmo. Cuando el comunismo fracasó las altas autoridades, nacidas y educadas en el sistema, se nombraron a sí mismos dueñas de las nuevas empresas capitalistas. Los más importantes opositores a los propietarios se convirtieron en los nuevos propietarios. El comunismo produjo un hombre viejo.

El sociólogo Ralf Dahrendorf observa que las instituciones de la libertad (las elecciones, los tres poderes del Estado y la economía del mercado) son como estructuras de vidrio y hormigón a las que nos hemos acostumbrados, pero en los que no es fácil encontrar un sitio familiar y acogedor. No ofrecen un sentimiento de pertenencia. Faltan las ligaduras más profundas de los valores de la ética que unen a las personas.  Se ha dado un carácter ideológico a la ciencia y a la técnica para eliminar la dimensión moral de la sociedad. Esta nueva ideología de la vida indica que los grandes valores son solo las necesidades materiales. La buena vida dependería entonces solo del desarrollo de la ciencia y la técnica. Se considera que cualquier problema que se presenta es por falta de desarrollo de la tecnología. Vargas Llosa habla de la sociedad de la distracción. Se busca solo producción y distracción.La masa se olvida de de las buenas relaciones entre las personas que dependen de la ética. La política se convierte en técnica. Los planes de estudio elaborados en los Ministerios de Educación eliminan el arte, la religión, la filosofía y la ética. Sin arte el ser humano será un autómata y sin ética no sabrá convivir con otros.

La definición de la buena vida, de la realización de la moral no puede hacerse desde la racionalidad técnica, sino desde la comunicación y la vivencia moral entre las personas.