Pensar en las reliquias de los santos es como relacionarlo con los objetos personales de familiares que partieron al encuentro con Dios y por medio de ellos mantienen un recuerdo constante.

Claro está, que el ejemplo es una forma básica para comprender la importancia de una reliquia en el marco eclesial, puesto que se convierte en una veneración, en una práctica religiosa mantenida por años.

La reliquia católica, según el P. Carlos Martins, el apóstol de las reliquias, señaló para CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, que “son objetos físicos que tienen una asociación directa con los santos o con nuestro Señor”.

Los sagrados objetos pueden ser restos de santos, beatos o artículos asociados a ellos como libro de oraciones, trozos de telas, etc. La importancia de esta práctica radica en la devoción de los fieles por considerarlos el puente divino que el santo le lleva hacia Dios, en las que se pueden producir sanaciones milagrosas e inspiraciones de fe. No es cuestión de un elemento mágico, por el contrario, es la conexión con Dios a través del santo o beato.

Las reliquias son conservadas en un altar donde se puede celebrar las misas, también en envases sagrados y artísticos conocidos como los relicarios donde el pueblo fiel puede venerarlos, incluso hay fieles que tienen reliquias, la cuales las mantienen con el respeto debido en el altar de sus hogares.

Las reliquias se dividen en tres tipos. Primera clase, que son alguna parte del cuerpo del santo o beato (carne, hueso, cabellos); de Segunda clase, algo personal del santo (camisa, libro o fragmentos del objeto) y de tercera clase, que es un artículo que el santo tocó o haya sido tocado por otra reliquia de primera o segunda clase.

Esta veneración a las reliquias se aprecia en las Sagradas Escrituras 2 Reyes 13, 20-21; Mt 9 20-22; Hechos 5, 15; Hechos 19, 11-12, escenas que muestran los actos de las personas con fe para lograr la curación de sus males corporales y espirituales.