María de la Merced, Patrona de las Armas de la República del Perú

Desde los albores de la historia de la Iglesia, las comunidades cristianas han encomendado su protección a la Santísima Virgen María, quien, como buena Madre, cuida y protege a cuantos se acogen a Ella y proclaman en sus angustias “sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix”, ruegos que no son desestimados cuando la causa es justa.

Nuestra Patria no fue ajena a estas manifestaciones de “merced” y, en medio de las ansias por la independencia del Perú, fueron muchas las expresiones de misericordia que Nuestra Santísima Madre de la Merced tuvo con las huestes independentistas que, en justo anhelo de libertad, clamaron a esta buena Madre por protección, quedando antecedentes en múltiples registros históricos, como el gesto de los insurgentes en la Revolución del Cusco de 1814 que sacaron en procesión por las principales calles de la ciudad la imagen de nuestra Madre, quien portaba la bandera de la Revolución manifestando el amor y confianza que le profesaban.

Posteriormente, los ejércitos independentistas dirigidos por el general San Martín imploraron en todo momento la protección de la Virgen de las Mercedes proclamándola como su generala, manifestaciones que atestiguan la gran cercanía de María de la Merced en estas nuevas tierras, que iban consolidando su fe y devoción animados por tan sin igual patrona.

Llegada la ansiada libertad y proclamada la Independencia del Perú, el I Congreso Constituyente de la República, en sesión plenaria del 22 de septiembre de 1823, presidida por Tomás Forcada, el diputado suplente por Lima Juan Esteban Henríquez de Saldaña, canónigo de la Catedral de Lima y capellán del Monasterio de la Concepción, presentó la proposición “a que el Congreso declarase por un decreto a la Virgen Santísima de las Mercedes, Patrona de las Armas. Discutida ligeramente la proposición se aprobó por unanimidad, mandándose expedir el decreto correspondiente”, quedando oficialmente reconocida la especial protección del Ser Supremo por mediación de la Santísima Virgen de las Mercedes en los acontecimientos que culminaron con la Independencia del Perú.

Cada uno de estos acontecimientos y reconocimientos a Nuestra Santísima Madre, María de la Merced, atestiguan el profundo fervor que profesan el Estado Peruano junto a sus Fuerzas Armadas a su Patrona y Gran Mariscala por la maternal intervención conseguidos a lo largo de su historia. Por su parte, María, como buena Madre, continúa mostrando el camino que conduce a la dicha eterna a todos sus hijos que dispuestos a dar de sí, trabajan por la instauración del reino de su Hijo querido, nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Fuente: Novena a la Virgen de la Merced, publicado por la Provincia Mercedaria del Perú).