El incienso ha sido parte de la liturgia católica durante siglos y tiene un significado muy especial en nuestra fe.

El incienso se usa en la misa principalmente como un signo de reverencia y adoración a Dios. Nos recuerda la presencia de Dios entre nosotros y nos ayuda a elevar nuestras oraciones hacia Él. En el Antiguo Testamento, el incienso era utilizado en el culto a Dios como un símbolo de la oración que sube hacia Él. En el libro del Éxodo, por ejemplo, leemos: «Arón quemará sobre él incienso aromático, cuando arregle las lámparas al anochecer; lo quemará continuamente en presencia del Señor por todas las generaciones» (Éxodo 30.

En la Iglesia Católica, el incienso se usa en diferentes momentos de la misa, como en la procesión de entrada, durante la proclamación del Evangelio, en la presentación de las ofrendas y en la bendición del Santísimo Sacramento. Sin embargo, no siempre se utiliza en todas las misas y hay varias razones para ello.

En primer lugar, el uso del incienso puede depender de la tradición local y de la disponibilidad del mismo. En algunas comunidades, el incienso puede ser difícil de conseguir o puede no ser parte de la tradición litúrgica local.

En segundo lugar, el uso del incienso puede depender de la celebración específica de la misa. Por ejemplo, en las misas diarias, donde la liturgia es más simple, es menos común el uso del incienso. En cambio, en las misas solemnes, como las que se celebran en días festivos importantes, es más probable que se utilice incienso como parte de la liturgia.

En tercer lugar, el uso del incienso también puede depender de consideraciones prácticas, como el tamaño y la disposición del espacio litúrgico. En iglesias más pequeñas o con una gran cantidad de fieles, el uso del incienso puede resultar incómodo o poco práctico, por lo que se puede optar por no utilizarlo.

Es importante recordar que el uso del incienso no es un requisito absoluto para la validez de la misa. La presencia de Cristo en la Eucaristía y la celebración válida de los sacramentos no dependen del uso del incienso. El incienso es un elemento litúrgico que enriquece nuestra experiencia de la fe, pero su uso o ausencia no afecta la sustancia de nuestra adoración a Dios.

En resumen, el uso del incienso en la misa puede variar según la tradición local, la celebración específica de la misa y consideraciones prácticas. Aunque el incienso tiene un significado especial en nuestra fe y puede enriquecer nuestra experiencia de la liturgia, su uso no es obligatorio y no afecta la validez de la misa.

Autor: Padre Ignacio Andrade.