Con la pandemia muchas realidades sociales variaron exponencialmente y la Iglesia no fue la excepción sobre todo con el Sacramento de la Confesión, a la que muchos fieles se preguntan y aún lo siguen haciendo, qué tan válido es recibir este sacramento por teléfono, WhatsApp, videoconferencia u otra manera que el mundo digital pueda ofrecer. Y la respuesta inmediata al interrogante es que es inválido.

No se trata de capricho o cerrarse a otras posibilidades, al igual como existen las normas en el orden civil también existen las leyes eclesiásticas que cuidan nuestros pastores. Para esto, en el documento del Vaticano “La Iglesia e Internet” emitido por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales en el numeral 9 señala a la letra: “La realidad virtual no sustituye la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ni la realidad sacramental de los otros sacramentos, ni tampoco el culto compartido en una comunidad humana de carne y hueso. “No existen los sacramentos en Internet”.

Ya son más de siete meses que la población está confinada, claro está con las flexibilidades que las autoridades decretan para atender ciertas necesidades. Sin embargo, también los obispos y pastores para no descuidar la salud espiritual de sus feligreses usan las redes sociales para las transmisiones de las misas, pero recalcan que no sustituye a la presencia misma, mas bien fortalece la fe y cercanía con los fieles y que a través de estos medios se puede recibir la bendición, consejos espirituales y estar en contacto con la oración comunitaria.

Por ello, no perdamos esa relación con Dios, recurramos al momento penitencial que es parte de la celebración eucarística y los sacerdotes alientan realizar el ejercicio del examen de conciencia y que llegado el momento, por eso oremos para que pronto se abran las iglesias, se reciba el sacramento que tanto necesita nuestra alma.

Más allá de la forma, de cómo podría recibirse el Sacramento durante estas restricciones por la pandemia, está el dolor de arrepentimiento y propósito de enmienda por nuestras faltas.