La Biblia es la historia del amor de Dios hacia el hombre, de los planes de salvación que tiene para con Él. Pero lamentablemente hoy día, la mayoría de   los hombres desconocen el Mensaje de Dios.

Es muy triste ver cuántos católicos desertan de la Iglesia  que es autora y propietaria de las Sagradas Escrituras y  se van en pos de otras agrupaciones religiosas a buscarse otra biblia.

Jesús habría podido fundar su Iglesia sin darle la Biblia, pero no sin afianzarla por un Magisterio infalible. Pues dejándola sin este Magisterio, Él mismo sería-a fin de cuentas- el causante de toda disgregación y desunión reinante entre los cristianos y que tanto lamentamos.

San Pablo Heraldo de Cristo  dice: “Por eso hermanos manténgase firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos de palabra o por carta “(2 Tesalonicenses 2,15)

El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo” (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.

“El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio para enseñar puramente lo transmitido, pues, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído (DV10).

Los fieles recordando la Palabra de Cristo a los apóstoles “el que a vosotros escucha a Mí me escucha (Lucas 10,16; cf.LG20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan en diferentes formas CEC87.

Es muy necesario renovarnos en el propósito de familiarizarnos con la Biblia que es la Palabra de Dios pues dice san Jerónimo: “desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”.