Una antropología catastrófica, por Fray Johan Leuridan

Durante trescientos años se ha presentado al ser humano como un ser que solo piensa en adquirir, en lugar de ver lo también como un ser que da. Hemos conocido en la historia a Hobbes con su homo, homini lupus, el amo y esclavo de Hegel, la lucha de clases de Marx, Lenin que querría eliminar a la mayoría de personas para iniciar una nueva humanidad con los sobrevivientes y la voluntad de poder de Nietzsche. La libre elección es el fundamento de una sociedad justa, pero hoy en día el dinero adquirió tanto poder que puede fijar precios para bienes que no pertenecen al mercado. Se puede comprar títulos universitarios, riñones en países pobres, un lugar en la lista de candidatos al Congreso nacional, y el dinero logra también penetrar en el ámbito de la policía, el poder judicial, la ciencia, el arte y el deporte. Hay autoridades que promueven la corrupción.

También es necesario una critica de la patología de la religión.  La democracia con plenos derechos humanos no es completa en los países islámicos y en algunos países de Asia. En Irán el Corán reemplaza a la Constitución. Países como Arabia saudí, Irán, Correa del Norte, los talibanes en Afganistán, Somalia, Libia, Pakistán, Eritrea, Sudan, Yemen, regiones de la India y de Nigeria etc. no permiten la presencia de otras religiones o del ateísmo. Al discrepante le espera la cárcel. En países como Nigeria, Kenia, Irak etc. los islamitas persiguen y matan a los cristianos; lo mismo ocurren en algunas regiones de la India con los radicales del hinduismo. Las matanzas de cristianos son permanentes y no aparecen en los medios de comunicación. Se trata de miles de personas al año. Hay doscientos millones de cristianos perseguidos en cincuenta países. Los medios no mencionan este tema. Dentro de la Iglesia católica no se encuentra una unidad de criterio sobre la política.

Esta declaración de igualdad entre el bien y el mal se fundamenta en lo que el filósofo, alemán, Peter Sloterdijk las llama las antropologías catastróficas. “La tendencia asocial, esta miserable ideología que solo conoce la codicia, esta psicología barata de psicólogos y sociólogos;  afirmo que todo esto ratifica una sola cosa: en el siglo XX hemos fundado una imagen falsa del ser humano. Pensamos que el ser humano es un animal que trata de acaparar todo lo que puede. Ya no existe la idea de tomar en serio a los seres humanos en cuanto a su cualidad de donantes” (Peter Sloterdijk. Die nehmende hand und die gebende Seite. Berlín: Editorial Surkamp, “”2010, 263,264 y 274,275).   El periodista Maalouf aclara que, si las desigualdades siguen alarmantes hoy, es solo por la desaparición de la brújula ética del tejido social. El individualismo ha traído mucha elección, falta de respeto e inseguridad y le hace al ser humano indiferente con la amenaza ecológica, la pobreza y se contempla el enriquecimiento con fascinación más que con espanto; por más que siguen escandalizando los ingresos de los futbolistas, los actores o estrellas de la canción. Se muestra con admiración sus aviones y yates (Maalouf. El naufragio de las civilizaciones. Madrid. Alianza editorial, 2010, 212).  Ellos reemplazan a Buddha, Confucio, Sócrates y Jesús. Otros piensan promover la paz, bombardeando a los civiles.

Ya no funciona el discurso del materialismo histórico, el proletariado y la lucha de clases. La izquierda promueve el descontento por medio del discurso de la “igualdad” entre todas la comunidades o categorías. Se habla de diversas minorías étnicas, de comunidades o de categorías. La izquierda no tiene una propuesta y piensa construir un nuevo proyecto en base de promover resentimientos. Para ellos, los que defienden la familia son de la ultraderecha.

Organismos internacionales y muchos gobiernos del mundo occidental se preocupan más por la teoría de género que por la recesión en la economía y no escuchan las advertencias de los científicos sobre el inminente desastre ecológico.

El sociólogo y ateo, Ralf Dahrendorf comenta que se burlaba de los sermones de los curas en las iglesias sobre el buen comportamiento, pero el relativismo de hoy en día me obliga volver a pensar en la importancia de la ética (Ralf Dahrendorf. El recomienzo de la historia. Buenos aires, editorial Katz, 2006, 137). Más que nunca en este momento de dominio de la tecnología se necesita la pregunta por el sentido de la salvación. Algunos gobiernos tratan de quitar el poder a las grandes tecnologías de comunicación, pero solo para que ellos asumen este control de sus ciudadanos. La libertad fue una conquista, pero existe el miedo de regreso a una autoridad que no deja espacio para la libertad. La posmodernidad no construye encuentros entre las personas. Su principal característica es la paranoia entre la gente. El permanente divisionismo que origina separaciones en las familias, amistades, asociaciones y partidos políticos es producto de una falta de conciencia personal formada sobre valores. Según el teólogo Luigi Giussani “La incertidumbre en las relaciones humanas es una de las enfermedades más terribles del mundo actual. Se realizan viajes espaciales, se construyen computadores fuera de la imaginación y se elaboran sistemas sutilísimos de filosofía, pero no se construye al ser humano porque este radica en las relaciones éticas.”