Existe en el ser humano la preocupación por lo perfecto. Iris Murdoch, novelista y filósofa, irlandesa, hace referencia al arte. “A nadie le agrada un comportamiento ético mediocre como tampoco una pintura mediocre. No nos gusta que nos paguen la mitad de la deuda, que haya mucha diferencia entre los sueldos, que unos tengan trabajo y otros no, que la persona querida nos abandone etc.  No podemos definir claramente lo que es el bien, pero lo buscamos siempre. Admiramos a Shakespeare, a van Gogh, a Beethoven y a tantos grandes del arte porque son mejores, son los buenos. El bien está siempre presente como algo que nos obliga a buscar lo mejor. El bien tiene autoridad porque nos hace ver la realidad. El bien es transcendente. El bien debe estar en el centro de nuestro pensamiento. La voluntad es energía para realizar un fin valioso”. Murdoch cita al evangelio: Sean ustedes perfectos como es perfecto el padre de ustedes que está en el cielo” (Mateo, 5, 48). Ella dice que algunos psicólogos nos advierten de que exigencias muy altas nos pueden producir neurosis. Sin embargo, tenemos que entenderlo en relación con la idea del amor. La idea de perfección nos toca y nos cambia porque nos hace amar lo mejor en nosotros. (Iris Murdoch. On “God” and “Good”. London: editorial Chatto and Windus, 49-55).

No es correcto describirnos como seres inferiores, como lo han hecho y lo siguen haciendo. Lo malignización de lo bueno.  Por ejemplo, las novelas negras, el día de Halloween, drogarse, refieren el mal sobre el bien, consideran lo feo como lo bonito etc. Hay otra visión posible sobre el ser humano. Además, no solo existen otras visiones sino también otras experiencias. Todo depende de las vivencias de cada persona y de la imagen que la cultura nos presenta. El ser humano es un ser moral o tiene una experiencia moral. La reflexión filosófica viene después, no viene de la nada. La reflexión filosófica tiene unos presupuestos, los primeros principios prácticos, pero también unos presupuestos de la experiencia. Para una persona cuya experiencia familiar social es negativa, sin valores, sus argumentos racionales serán relativos. La reflexión ética sobre la experiencia moral demuestra que ciertos tipos de vida son mejores que otros. La comparación entre diferentes vidas confirma que tenemos la experiencia que nos permite establecer un número de criterios para ordenar los afectos y actividades sin la necesidad de referirnos a una metafísica del bien. Una cosa es el bien global al que mira la metafísica y otra es la norma inmediata del comportamiento. La vida de un asaltante es diferente de la vida de una persona que respete los valores. Los actos de violencia, asesinatos, extorsiones, etc. son evidentes. No se puede dudar al respecto. El hombre con sentido común no tiene duda sobre a dónde va lo bueno y lo justo. Igualmente sabe diferenciar cinismo, crueldad e indiferencia. Hay muchas evidencias sobre el buen y mal comportamiento.

El conocido filósofo español, Fernando Savater considera que ser humano consiste en tener buenas relaciones con otros. Poseer las cosas te permite relacionarte más favorablemente, a condición de que éstas no se consigan a costa de los demás. La humanización es un proceso recíproco. Si para mi todos son como bestias, yo no seré mejor que una cosa o una bestia. No conseguiremos ni amistad, ni respeto, ni mucho menos amor. Por eso darse la buena vida no puede ser algo distinto a fin de cuentas de dar la buena vida. (Fernando Savater).

Para concluir estas reflexiones volvemos a la pregunta de Aristóteles sobre qué tipo de vida es el más deseable. Hay tres clases de bienes: los externos, los del cuerpo y los del alma. Existe una discusión sobre la cantidad excepto para la riqueza, el dinero, la gloria y el poder que no deberían tener límites. Aristóteles considera fácil refutar este pensamiento. Los bienes externos tienen un límite y su exceso perjudica o no sirve para nada a quienes los tienen. Debemos admitir que hay una relación de superioridad entre las cosas. El alma es más valiosa que el cuerpo y la fortuna. Gracias a ella los bienes son deseables por todas las personas sensatas, pero no gracias a los bienes externos el alma. “Cada uno de los bienes relativos al alma, cuanto más abundante tanto más útil es, si debemos atribuirles no solo la belleza, sino también la utilidad (…) Una ciudad no estará feliz cuando no existe obra buena de varón ni de ciudad sin intervención de la virtud y la inteligencia.” (Aristóteles. Política, Madrid: Alianza editorial, 2012, VII, I).