Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

Así titula el AGN del Perú este entrañable documento que gracias a la acuciosidad de su director y de su equipo está al alcance de todos los usuarios de internet.

Se trata de una carta escrita por el general realista José Canterac (1786-1835) al general patriota Manuel Valdez acerca del “reconocimiento del apoyo de las personas a su cargo a la causa realista, y tratamiento con benignidad a los prisioneros venezolanos y a los enemigos de Lima.” (Catálogo de documentos de la Independencia del Perú 1820-1826, 2012, p. 44) CO-SM, Caj 9, Doc. 575, Fo9l 1

Conviene recordar que José Canterac participó en la Guerra de Independencia en España, frente a Napoleón, y que en ya en el Perú, encabezó la carga de la caballería realista en la batalla de Junín, siendo el comandante de las fuerzas de reserva en la batalla de Ayacucho en 1824. Cuando el virrey don José de la Serna fue herido, asumió el mando hasta la derrota definitiva. De hecho, en representación del virrey, fue quien firmó la capitulación después de la batalla, la última y definitiva  no sólo en el Perú sino en toda Hispanoamérica del Sur, aunque hasta 1826 aún quedarían focos de resistencia aislados en el Real sitio del Callao (donde quedaron atrincherados con el general Rodil), Chiloé y el Alto Perú. Canterac regresó a España en 1824 y como otros militares participantes en el histórico lance fue denominado “Ayacucho”. Continuó como militar de primera línea hasta 1832, lapso en el cual contrajo matrimonio con la dama Manuela Domínguez y Llorente Navas Padilla (1808-1848), nativa de Ceuta, residiendo por un tiempo en Valladolid por lo que la ciudad le honra con un distrito que lleva su nombre. Nombrado capitán general en la guerra contra Portugal murió trágicamente al enfrentar un intento golpista del general Cayetano Cardero.

Les comparto su carta desde el cuartel de Huancayo en vísperas de las memorables batallas de Junín y de Ayacucho. En ella, podemos comprobar la profesionalidad del militar y el humanismo del cristiano que fue su autor.

Todos los individuos que tengo el honor de mandar se precian de estar animados por sentimientos humanos, de los cuales, a pesar de haber sido bien poco correspondidos han dado continuas pruebas en la guerra que hacen conforme al derecho establecido entre las naciones civilizadas y con tanta generosidad como podría exigirse del tratado más filántropo. Esta conducta que caracteriza la grande nación de que dependen nunca será desmentida, si a su pesar sus enemigos no les obligan a represalias que detestan, bajo cuyo concepto puede Vuestra Señoría estar bien persuadido que ni yo ni en el ejército que dirijo haremos distinción entre las tropas venezolanas y las enemigas de Lima y por consiguiente que los prisioneros de las primeras que la suerte de las armas pusiese en nuestro poder, serán tratados con la misma benignidad que lo han sido los de las últimas. Suerte que a buen seguro no podría mejorar el tratado de regularización de guerra que Vuestra Señoría me propone y el que no puedo pactar con vuestra señoría por no estar autorizado por ahora a ello; pero creo que esta contestación al oficio de VS de 17 de este satisfará los sentimiento que en él me manifiesta. Dios guíe a VS Cuartel General de Huancayo, 23 de abril de 1823, José Canterac.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito Rodríguez.

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