42.- Iglesia ante el Bicentenario: Francisco (Solano) Antonio de Zela Arizaga (Lima 1768-Chagres, 1821)

Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

Nace en Lima (Perú), 24.VII.1768. Hijo de Alberto de Zela y Neyra y de María Mercedes Arizaga y Hurtado de Mendoza, fue bautizado seis meses después en la parroquia de Santa Ana en Lima. El domicilio familiar estará próximo a la iglesia, en la calle de las Cruces, que albergará a los seis hijos: María Tadea, Bartolomé José, Feliciano Antonio, Francisco (Solano) Antonio, Juan Miguel, sacerdote y Domingo Antonio.

Su padre era balanzario o fundidor de la plata que llegaba desde los centros mineros para convertirla en barras y remitirlas a las Cajas Reales. Enviado en 1771 a Cailloma, en 1779, fue trasladado a Tacna. Sabemos que nuestro protagonista se trasladó a Tacna con 18 años para apoyar y aprender el oficio de su padre. Allá trabajó como Guardia Subalterno de las Cajas Reales y como encargado del resguardo del Real Estanco de Tabacos.

Al morir su padre en 1792, Francisco Antonio pasa a ejercer el oficio.  Parece que más adelante tendrá algunos problemas con el alcalde ordinario de Tacna, Pedro Pablo Gil y Herrera, que incentivaron su espíritu rebelde en busca de justicia.

En junio de 1796 se casa con María Natividad Siles y Antequera, de la que tuvo nueve hijos: cinco varones y cuatro mujeres.

Con la revolución de mayo de 1810 encabezada por Castelli, en Buenos Aires, nacen dos bandos que se enfrentan: los españolistas (realistas o fidelistas) y los patriotas (independentistas o separatistas). Los patriotas, los que aman la libertad, gente dispuesta a morir por su tierra, con un claro y definido objetivo: La independencia y la emancipación del pueblo americano.  

En Tacna, desde 1810, los contactos fueron Ramón Copaja y Francisco de Zela. De este modo, el 20 de junio de 1811 salieron de la casa de Zela un grupo de personas para asaltar el Cuartel de Infantería, llegando a capturar al jefe militar del partido Francisco Navarro. “…A cargar y adelante” fue la voz que dio inició a la gesta libertadora en Tacna. Tras algunos días de incertidumbre, fracasa la revuelta por la llegada de la noticia a Tacna de la derrota de los insurgentes argentinos por las tropas de Goyeneche; y el alejamiento de Zela del levantamiento debido a problemas de salud. Zela pensaba que llegarían algunas partidas de realistas derrotados, pero se presentó todo el ejército con Goyeneche a la cabeza. Cuando el general rodeó la casa de Zela, éste prefirió aceptar su detención buscando que con su castigo no se vieran afectados los tacneños que lo habían secundado. 

 Apresado el líder en la cárcel del pueblo, se le inicia un juicio para condenarlo, enviándolo a Lima a la cárcel de corte para su juzgamiento en segunda instancia en la Audiencia. Allí permanece hasta 1815 cuando se les condena a diez años de destierro al presidio de Chagres en Panamá, en compañía de su hijo José Manuel.

Betsy Recavarren de Zela, descendiente del ilustre prócer, compartió con RPP que su acción “fue la primera insurrección autonomista de Perú, de tipo policlasista (TODO el pueblo se unió sin distinción de clases); inclusiva (designó LÍDERES de su rebelión a los caciques indígenas de Tacna: Toribio Ara y su hijo Jose Rosa, y al de Tara y Putina Ramón Copaja) y PAN-AMERICANA (fue la primera ciudad del virreynato peruano y de América que se sumó al alzamiento proclamado por las Juntas Patrióticas de Buenos Aires).

Destaca la entereza de la esposa que, “con 8 hijos a cuestas [uno estaba con el padre] y el acoso de las autoridades realistas, siguió apoyando firmemente a los esfuerzos independentistas. Prestó su casa para las reuniones clandestinas de los patriotas que integraban la resistencia, quienes tan solo dos años después de sofocado el grito de Zela, se rebelaron en 1813 bajo el liderazgo de Paillardelle”.

Sabemos que contará con el decidido caritativo apoyo de su hermano Juan Miguel de Zela, cura de Chacayán, quien socorre a su esposa y a sus hijos. En la solicitud ante la Junta de Purificación, el 17 de octubre de 1821 declarará “tener ya acreditado su patriotismo, porque es notorio hace diez años sufre las repulsas con que el Gobierno anterior le tenía marcado, por la defensa que sostenía en la causa de su hermano que se halla desterrado por patriota, exponiéndose a correr igual suerte”.

Uno de los pocos consuelos de Zela en la dura prisión, será poder escribir a su esposa (conocemos tres cartas) y conversar con su hijo José Manuel. De todos modos, el insalubre clima tropical y las duras condiciones de su encierro, provocaron la muerte de ambos por el año 1821, diez años después del pionero gesto por la libertad.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

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