Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

El P. Julián Heras, historiador franciscano, destaca a lo largo del siglo XIX en primer lugar dos religiosos con fama de santos, Pío Sarobe y Ramón de Rojas (P. Guatemala), así como ocho obispos “que dejaron ejemplos de virtud y sabiduría”. De igual modo, menciona los capellanes de Ejército como Jorge Bastante, quien pronunció el primer sermón en la Misa Te Deum, el 29 de julio de 1821, Manuel Negrón, Esteban Rosell, Domingo Solís, Bruno Terreros, Diego Cueto:

Mons. Hipólito Sánchez Rangel (1805-1824), primer obispo de Maynas, franciscano de una de las provincias de España. Era hombre de talento y de fogoso celo, que le tocó gobernar la recién creada diócesis de Maynas, las antiguas misiones de los jesuitas, tan dilatada, con escaso personal y en momentos tan difíciles como fueron los años anteriores a la independencia, que combatió como fiel realista. Consumada la proclamación de la independencia, abandonó en 1821 su diócesis y se retiró a España.

Mons. Francisco de Sales Arrieta (1841-1843), el primer franciscano que llegó a la sede arzobispal de Lima, morador por muchos años y profesor de filosofía y teología del convento de los Descalzos de Lima; Director de la Casa de Ejercicios Espirituales durante muchos años. En su corto episcopado dejó grata memoria, tanto por su celo y labor apostólica como por su piedad y caridad para con los pobres.

Mons. Manuel Plaza (1848-1853), religioso ecuatoriano, pero incorporado a Ocopa desde los últimos años del siglo XV1I1 hasta 1848, en que fue consagrado obispo de Cuenca, en el Ecuador. Fue uno de los célebres misioneros del Ucayali, gran explorador y fundador de pueblos. Fue el único que permaneció en las misiones después de la independencia, siendo el lazo de unión entre las dos épocas misioneras de Ocopa.

Mons. Juan de la Cruz Calienes (1865), religioso y Guardián de la Recoleta de Arequipa; educador, filósofo y orador eminente en Arequipa. Consagrado de obispo para Arequipa en 1865, muere el año siguiente en su ciudad natal de Arequipa.

Mons. Juan Estébanez Seminario (1880), era doctor del Seminario de Lima y profesor de filosofía del mismo cuando decide ingresar a la Orden franciscana en el convento de los Descalzos de Lima en 1867. Misionero fervoroso en Arequipa, fue uno de los fundadores del Colegio de Misioneros de esa ciudad en 1869. Fue consagrado obispo en Italia en 1880 para la diócesis de Puno, pero murió en Nápoles cuando se dirigía al Perú,

Mons. José Ma. Masiá (1876), obispo de Loja, Ecuador, pero morador del convento de los Descalzos de Lima; religioso austero y gran apóstol del Perú en la segunda mitad del siglo XIX, en cuyas ciudades y pueblos predicó con celo ardiente e infatigable. En 1876 fue consagrado obispo de Loja, que gobernó como pastor vigilante, hasta que en 1896 hubo de abandonar desterrado de su diócesis. Se refugió en su convento de Lima y allí murió santamente en 1902.

Mons. Alfonso Ma. Sardinas (1890-1903), misionero primero en Ocopa y de los Descalzos de Lima, nacido en Huánuco. Fue preconizado para obispo de Huánuco en 1890. Gobernó su diócesis por espacio de doce años con infatigable celo dando ejemplo de actividad apostólica en el púlpito, en el confesionario y en la enseñanza del catecismo. Fundó las Franciscanas de la Inmaculada y en este momento está en proceso de canonización.

Mons. Francisco Solano Risco (1865-1903), misionero formado en Ocopa y en los Descalzos de Lima; fue obispo de Chachapoyas, preconizado en 1865; dio insignes muestras de su ferviente espíritu misionero y pastoral durante treinta y ocho años, pero sintiéndose sin fuerzas, se retiró al convento franciscano de Cajamarca, donde muere en 1903.

En el informe de Monseñor De las Heras destaca “el jubilado Delgado es un sabio en todas las ciencias sagradas y observa una vida religiosa; y Arrieta, un insigne teólogo místico y expositivo; su conducta es ejemplar y un operario evangélico tan celoso de la salvación de las almas, que consume todo el tiempo en predicar, confesar y dar ejercicios espirituales a los fieles”.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

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