Celebramos a los Ángeles Custodios o Ángeles de la Guarda

La existencia de los ángeles está fuera de duda y siempre la Iglesia los veneró y difundió su culto.

La existencia de los ángeles está fuera de duda y siempre la Iglesia los veneró y difundió su culto.

Cada 2 de octubre celebramos la festividad de los Santos Ángeles Custodios. ¿Sabes por qué? Los Ángeles Custodios, o Ángeles de la Guarda, son nuestros guardaespaldas celestiales.

La existencia de los Ángeles Custodios se remonta a los años antes de Cristo. San Jerónimo hacía referencia a ellos de la siguiente manera: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

También San Gregorio Magno dedicaba unas palabras a estos ángeles de la guarda: “En casi todas las páginas de las Sagradas Escrituras está contenida la existencia de los Ángeles”. Y San Bernardo asegura que los ángeles custodios “nos guardan en todos los caminos, no pueden ser vencidos por ninguna fuerza hostil, no pueden extraviarse ni extraviarnos, son fieles, prudentes, invencibles”.

El Antiguo Testamento habla repetidas veces de su acción prodigiosa en favor de los hombres: Un ángel avisa a Lot del peligro que corre Sodoma y el castigo que va a recibir esta ciudad. Un ángel conforta a la criada de Abrahán, Agar, cuando es despedida y camina por el desierto. Un ángel socorre al Profeta San Elías y le alimenta con pan y agua fresca por dos veces cuando huye de la persecución de la reina Jezabel. Un ángel acompaña y colma de gracia al joven Tobías y a su padre y demás familiares. Casi todo el libro de Tobías está en torno al arcángel San Rafael.

En el Nuevo Testamento, también aparecen los ángeles de la guarda. Es un ángel el que avisa a José para que huyera a Egipto, también un ángel libera a Pedro en la cárcel o son los ángeles los que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

Por lo tanto, la misión de los ángeles custodios es acompañar y cuidar a los hombres por el camino de la vida, protegerles del mal y guiarles en el camino al Cielo.