A fines del siglo XX se abrió un debate sobre el fracaso del socialismo y del liberalismo. Las ideologías pretenden resolver los problemas del ser humano y de la sociedad, pero su mensaje materialista ha convertido el ser humano en un subproducto de la economía. Ser pobre por no estar en el mercado o ser pobre bajo una dictadura.

No sorprende que las ideologías solamente sueñen con viajes al espacio y armas sofisticadas sin ningún control sobre las tecnologías del carbón, petróleo y gas.  Ellas son culpables del deterioro ecológico global. El mensaje materialista nos ha traído los contaminantes atmosféricos, la contaminación por los residuos, la conversión de la tierra en un inmenso depósito de porquería, el agotamiento del agua y el mar lleno de plásticos. Este mensaje es un crimen contra la humanidad. Este año conocíamos las inundaciones que se llevaron pueblos y ciudades en los Países bajos, Bélgica, Alemania, Suiza, China y Austria; los incendios forestales en Rusia, Italia, España, Estados Unidos, Canadá y Brasil; temperatura de más de 45 grados en varios países. Los científicos afirman que los problemas volverán y dieron un ultimátum diez años para cambiar las energías.

Las dos guerras mundiales con setenta millones de muertes, el comunismo con ciento veinte millones de muertes, Hiroshima, Gulag, Auschwitz, Vietnam, Irak, Siria, Afghanistan, Angola, Sierra Leone, Ex -Yougolslavia. En lugar de preocuparse para los pobres la USA y la URSS hicieron una carrera armamentista, acumulando un arsenal de energía nuclear suficiente para eliminar varias veces la vida en el planeta. Ayudaron a otros países para hacer lo mismo. China va por el mismo camino. Sin embargo, se necesita solo un pequeño por ciento del Producto Bruto Mundial para lograr los objetivos de desarrollo planteados por la ONU.  El Papa dijo: las ideologías usan a los pobres para sus propios intereses. Piensan para el pueblo y no dejan pensar al pueblo. Todo para el pueblo pero nada con el pueblo.

Las ideologías pretenden conocer toda la realidad y ofrecer todas las soluciones a partir de sus esquemas, pero desconocen los límites de sus planteamientos. La libertad de cada uno promueve la riqueza y la intervención del Estado garantiza la buena distribución de la riqueza. Se debe respetar la libertad económica de los hombres y también debe haber una justa distribución de la riqueza. Las ideologías deben mutuamente completarse.

El socialismo logró elecciones en varios países de América latina. No sorprende que sus presidentes y su entorno terminaron también con juicios por corrupción. No falta la ignorancia crasa de algunos que consideran al marxismo-leninismo como ciencia. Es la ambición del poder absoluto de un partido y el poder absoluto es la desconfianza absoluta.

Las ideologías fracasaron. Los genocidios en el último siglo han sido producto de la fe fanática en las ideologías. Como dice Chris Hedges, todo conocimiento que pretende ser absoluto se vuelve una forma de fe. Es posible destruir a millones de personas, y es posible destruir la humanidad.

Al final del siglo XX se abrió el debate sobre la crisis de la modernidad por el fracaso del liberalismo y del socialismo. El cuestionamiento de la razón por la Postmodernidad relativizó también las ideologías que pretenden dar soluciones definitivas. Las ideologías se imaginan conocer toda la realidad. Presentan esquemas como “soluciones” a todos los problemas, desconociendo los límites de la razón. Sin embargo, no se puede negar que cada ideología aportó una verdad. El liberalismo enseñó que la riqueza es producto de la iniciativa privada en el mercado y el socialismo enseñó que todos necesitan una protección del Estado para la seguridad y la buena distribución de la riqueza. Ambas ideologías son necesarias. Las decisiones dependen de la razón práctica en base de los aportes de ambas ideologías, pero no del pragmatismo que es oportunismo.

Por Fray Johan Leuridan Huys