“En nuestro Perú hay mucha cizaña; hay mucha desunión; pero ahí tenemos que poner fe, esperanza, caridad, amor. Necesitamos ser una auténtica comunidad; ser de Dios y tener muy presente al Niño Jesús; y así como ustedes recuerdan siempre la aparición del Niño Jesús en el pan eucarístico, en la Eucaristía, en la hostia, nosotros también tenemos que llevar toda la espiritualidad del Niño Jesús en la vida de cada uno de nosotros y sentirnos orgullosos de que esto haya ocurrido en nuestro pueblo”, señaló en su homilía del administrador apostólico de la Diócesis de Chiclayo, monseñor Guillermo Antonio Cornejo Monzón, Obispo Auxiliar de Lima.

Los devotos de Santa María Magdalena y el Divino Niño del Milagro Eucarístico participaron con mucha devoción en la Santa Misa conmemorando los 374 años del Milagro Eucarístico ocurrido en Ciudad Eten. El parque principal de la tierra lambayecana recibió a personas en sillas de ruedas, adultos mayores, jóvenes y niños que fielmente acuden a esta celebración en enero y julio.

Quiero darle gracias a Dios –dijo monseñor Guillermo Antonio– por estar con ustedes en este día muy especial, porque la aparición del Niño Jesús en la Eucaristía, ha marcado la vida de nuestra comunidad. “Aquí nos encontramos justamente recordando esta segunda aparición en nuestro pueblo; y siempre que el Niño Jesús está en torno a la vida de un cristiano es iluminador. No hay nada más maravilloso que la presencia de un niño: un niño es ternura, es amor, caridad, es inocencia; un niño recién nacido, un Niño Jesús, con mayor razón”.

Las palabras del administrador apostólico de la Diócesis de Chiclayo que por primera vez participó en la feria patronal, fueron muy aplaudidas por los asistentes.

“Tenemos que ser justos siempre e inculcarles a nuestros hijos todo esto: ser justos, honestos, honrados, bondadosos, generosos, que marquen nuestra vida; que esa fe que tenemos al Niño Jesús en la eucaristía, en esta hostia, revele la vida de cada uno de nosotros”, reflexionó.

Como anécdota recordó que cuando le asignaron una parroquia, la coordinadora principal, una señora de muchos años, le decía: ‘A esa persona no le permitas entrar a la parroquia; a ese señor no le permitas; a ese joven manejando skateboard y que parece fumón, no le permitas…’.

Nosotros –reflexionó la autoridad eclesiástica– no podemos hacer eso; nosotros tenemos que permitir que entren todos; todos, todos, todos están acogidos y todos tenemos que dialogar y a todos tenemos que escuchar. “En este mundo de internet, todos dicen: te aconsejamos que no te juntes con personas problemáticas, con personas que dan dificultades. Eso puede ser en el mundo, pero no en la iglesia; en la iglesia tenemos que escuchar a todos y tenemos que acoger a todos. Cuando nosotros notemos que nos están metiendo cizaña, tenemos que ponerle cariño y amor; y, de repente vamos a lograr muchas conversiones” acotó.