Homilía del Domingo XXXI del Tiempo Ordinario: Sacerdotes fieles

Hoy empezamos la reflexión homilética con las palabras con que comienza el libro del profeta Malaquías:

«“Os amo”, dice el Señor. Pero vosotros decís: “¿En qué se nota que nos amas?”»

Que estas palabras nos sirvan de introducción a la reflexión de este domingo.

  • Malaquías

Comienza presentándose Dios como Señor que juzga a sus sacerdotes:

«Yo soy un gran rey, dice el Señor del universo, y todas las naciones temen mi nombre»

A continuación, el Señor habla de una maldición para los sacerdotes porque no ponen todo su corazón en la glorificación de su nombre santo.

Después de hablar, una vez más, del comportamiento de los sacerdotes de su tiempo que ofenden al Señor porque no cumplen su obligación de orientar a los fieles, Dios los amenaza:

«Yo también los voy a hacer despreciables y viles para todo el pueblo ya que vuestra boca no ha guardado el camino recto y habéis sido parciales en la aplicación de la ley».

  • Salmo 130

El salmista dice que confía en el Señor y le pide que le guarde en la paz, junto al corazón de Dios. En sencillez pide y espera confiadamente en Él:

«Mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros. No pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre».

Como un niñito dormido en brazos de Dios, así está el hombre humilde en el Señor.

  • San Pablo

Contrasta totalmente con los malos sacerdotes de que habla Malaquías. Con cuánta delicadeza ha tratado a los fieles y se compara con «una madre que cuida de sus hijos».

Llega a decir: «Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios sino hasta nuestras propias personas porque os habíais ganado nuestro amor».

¡Qué hermosa manera de ser apóstol y de llevar a los fieles al encuentro con Dios!

El mismo apóstol nos pide: «Recordad nuestros esfuerzos y fatigas trabajando día y noche para no serles gravosos a nadie, proclamando entre vosotros el Evangelio de Dios».

Pidamos a Dios sacerdotes celosos que, a semejanza de San Pablo, sean valientes y sacrificados para hacer eficaz la evangelización.

  • Verso aleluyático

Aunque son muchas las personas que Dios nos regala para formarnos en la fe, siempre hemos de permanecer seguros en Dios mismo porque, como nos dice Mateo: «Uno solo es vuestro Padre, el del cielo y uno solo es vuestro consejero, Cristo».

  • Evangelio

El Evangelio de hoy se dirige a los judeocristianos y les hace ver lo que vivían antes de su conversión al cristianismo, cuando vivían con los fariseos. El evangelista contrapone la actitud de los fariseos con las enseñanzas de Jesús:

Los fariseos dicen muchas cosas, pero no las cumplen. Llaman la atención con sus vestiduras, buscan los primeros puestos en los banquetes y sinagogas y se hacen llamar rabí.

Por su parte, Jesús enseña claramente que los suyos deben vivir en la humildad porque «el que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido».

También les advierte que «uno solo es vuestro Padre, el del cielo». Finalmente, les pide que no se dejen llamar consejeros porque «uno solo es vuestro consejero: Cristo».

Como conclusión en este domingo, amigos todos, viviendo en humildad ayudémonos, unos a otros, para aprovechar la gracia de Dios que compartimos.

José Ignacio Alemany Grau, obispo