Homilía del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario: Dos viudas y un tesoro

Es el regalo de la liturgia para este domingo: Una viuda de fuera de Israel y la otra en el mismísimo templo de Jerusalén.

En cuanto al tesoro, la carta a los hebreos nos habla de nuevo, en este domingo, del único y sumo sacerdote que se hizo eucaristía para enriquecernos a todos.

  1. 1Reyes

Una mujer, resignada a morir de hambre, recibe el regalo del gran profeta Elías, que le dice de parte de Dios:

“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”.

Jesús en la sinagoga de Nazaret explicará la importancia de este hecho:

“En Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón”.

Dios no tiene acepción de personas y regaló el milagro a una viuda que no pertenecía al pueblo de Dios.

  • Salmo 145

El salmista alaba a Dios porque “mantiene su fidelidad perpetuamente y hace justicia a los oprimidos…” y “sustenta al huérfano y a la viuda”.

¿Por ejemplo, la viuda de Sarepta y su hijo?

  • Carta a los hebreos

Nos invita hoy a recordar y agradecer el gran regalo de Dios entregándonos a su Hijo como sacerdote que se ofreció en sacrificio para nuestra salvación.

Como era Dios fue suficiente un único sacrificio para destruir el pecado desde el comienzo hasta el final de la historia humana.

No necesitó repetirlo por el valor infinito de su ofrenda.

La carta termina dejándonos un pensamiento profundo para nuestra meditación:

“El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte el juicio”.

Una verdad de fe que nos explica la Iglesia a todos y que llamamos postrimerías sobre la que meditamos poco y, lo que es peor, tampoco anunciamos al evangelizar en estos días.

  • Verso aleluyático

Los que tienen espíritu de pobres, generosos y desprendidos, tendrán por recompensa el reino de Dios:

“Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.

  • Evangelio

Mientras los ricos echaban en la alcancía del templo el dinero que les sobraba, y se quedaban pensando que Dios les debía estar muy agradecido, una pobre viuda los gana a todos entregando dos moneditas que, según Jesús, representaba lo que tenía para sobrevivir en medio de su pobreza.

Por esto dirá el Maestro como conclusión:

“Os digo que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.

Porque los demás han echado de lo que les sobra pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

De esta manera Jesús nos enseña a evangelizar observando y aplicando los hechos de la vida, como hizo en tantas ocasiones y en esta, sobre las distintas formas de dar limosna.

En este domingo treinta y dos del tiempo ordinario la liturgia nos transmite por última vez la carta a los hebreos. Los invito a meditar profundamente en la grandeza del sacerdocio de Cristo y el amor que nos ha tenido al hacerse víctima de salvación para todos nosotros.

José Ignacio Alemany Grau, obispo