La diferencia entre encuentro e ideología, por Johan Leuridan  

Observamos en la sociedad que las relaciones entre las personas son principalmente por ideologías o por una vida mecánica sin reflexión. Estas relaciones están determinadas por factores externas a las personas. Sin embargo, no se puede definir la persona  por ideas, proyectos o ideologías porque la persona es un fin en sí mismo.

En el caso de las ideologías la persona se preocupa para promover el proyecto, sea la lucha de clases para lograr instalar un gobierno que controla la vida económica, social y cultural, sea la promoción del mercado, producción, venta y compra con los mismos fines de la otra ideología. El sociólogo Ralf Dahrendorf considera que la ideología totalitaria del partido comunista es hoy la ideología de élites de la sociedad tecnócrata.  Lo podemos comprobar fácilmente hoy en día por la coincidencia de ambas ideologías en la promoción de la ideología de género. El poder de ambas ideologías quiere una sociedad de “igualdad”. Nadie piensa por sí mismo. No hay ni siquiera diferencia entre el varón y la mujer. Aprovechan el feminismo para que ambos trabajan y el Estado se encarga de la educación de los hijos. Como en la época de Stalin cuando terminan el colegio los jóvenes han aprendido que todo lo deben a las “buenas” autoridades políticas. Solo por el fracaso de la economía surgen los cuestionamientos en ambas ideologías. Los partidos dan una formación a sus partidarios para que conozcan bien la ideología. No hay una formación de la persona en valores. Lo podemos comprobar: trata de personas, narcotráfico, amenaza del fin de la humanidad por el problema climatológico, violación de mujeres y la mayoría son menores de edad, feminicidios, etc.  Ningún “buen” gobierno lo resuelve. Los ideólogos se unen por ideas, pero nunca son amigos. Siempre desconfían de los demás. La igualdad es una norma básica pero la caridad es la más importante.

Las ideologías no tienen un mensaje para las relaciones de valores entre las personas porque no realizan un encuentro.

¿Qué es un encuentro?

Para crecer el ser humano debe vivir una experiencia. La experiencia es el método fundamental para su desarrollo. Pedro dijo a Jesús: “¿Señor, a quién iremos? Tú solo tienes palabras de vida eterna”. Cristo invita a una vida diferente, una vida donde unos aman a los otros.  Por medio del encuentro nos relacionamos con otras personas que nos impresionan. Ellas llaman a una vida nueva. Te sientes atraído por el corazón a la belleza y a la verdad que encuentran en ellas. El cambio del mundo empieza con los más cercanos. Somos llamados a ser ejemplo entre nosotros. Es la experiencia de vivir la Iglesia en el lugar donde estamos: casa, parroquia, escuela, universidad, empresa, barrio, oficio. La comunidad es el conjunto de personas que reconocen a Cristo. Cristo no es una imagen, sino el ejemplo a seguir, el camino y la meta como destino. Sin embargo, no hay encuentro sin trabajar la fuerte relación de amigos, de persona a persona. Nuestra vida está interpretada y toda nuestra persona queda prometida. La identificación no es con algunos gestos sino con todo lo que la persona hace. El encuentro es pertenencia. En el caso contrario, la fe se limita a la práctica de algunas formas religiosas. No hay experiencia cristiana sin encuentro con una comunidad de cristianos. La experiencia con otros cristianos es la verdadera experiencia. Crece la convicción y podemos verificarlo en la convivencia con los demás. Hay una conciencia del sentido de la realidad cristiana y nuestra persona.  Solo lo sienten los que se comprometen. El cristiano vive con los demás, pero reacciona de un modo distinto.  El motivo que nos mueve está en el fondo de nuestro ser, allá donde está el Otro. Se trata de una humanidad distinta, siempre ocurre algo nuevo porque la regla de la caridad es más fundamental que la igualdad. A través de la experiencia humana de la comunidad llega uno a ser capaz de más humanidad, de mejor justicia y de más generosidad, también fuera de la comunidad donde los pobres, enfermos y agobiados exigen de modo preferente nuestra dedicación. Debe haber siempre un punto de partida. No es nuestra opinión o nuestro proyecto sino son aquellos que Cristo pone a nuestro lado.

Todas las ideologías construyen sobre el escándalo, la violencia y la búsqueda de poder. Por el encuentro nace una identidad de la persona por los valores que nacen en él en su relación con los demás. Ya no es el mismo ser humano. Es el ser humano cambiado por la experiencia de Cristo con los demás. Libertad, igualdad, pero también fraternidad. El cristiano vive con los demás, pero reacciona de una manera diferente.