Dicho brevemente, la virtud es escoger libremente el bien y adquirir el hábito. No se trata de algunos buenos actos sino de una actitud. Los hábitos de las virtudes son los mecanismos libremente establecidos que permiten al ser humano mantener un comportamiento de valores dentro de la gran variedad de presiones antivalores en el mundo actual. La filosofía griega considera las virtudes éticas de la justicia, de la fortaleza, de la templanza y la virtud intelectual de la prudencia como las virtudes principales, también llamadas las virtudes cardinales. No se menciona el amor porque fue introducido posteriormente por el mensaje evangélico.

La fortaleza es el gran esfuerzo para conseguir la buena vida. El placer es estupendo cuando sabemos ponerlo al servicio de la alegría, pero no cuando la enturbia o la compromete. Existe la tendencia de recurrir a descargar la culpa en las circunstancias, en la sociedad, en el sistema capitalista, en el propio carácter, en la educación, en los anuncios de la “tele”, etc. Estas “justificaciones” nos hacen más esclavos porque no asumimos nuestra responsabilidad y libertad. Todas las sociedades de todos los tiempos tienen sus circunstancias favorables y desfavorables.

La virtud de la templanza enseña a gozar mejor de la vida. La templanza es quizá la virtud más difícil porque debe controlar nuestros deseos más fuertes: comida, bebida y sexo.  No se trata de reprimirlos sino de controlar.  El placer nos distrae a veces más de la cuenta, cosa que nos puede resultar fatal. No se trata de tener menos placer sino de tener un mejor placer. Lo bueno es usar los placeres, pero con cierto control, para lograr una armonía.  Lo más opuesto a la templanza es el puritanismo que considera más mérito sufrir que gozar.

Ninguna virtud puede realizarse sin la justicia porque ella ordena las relaciones con los demás.  Mientras que las otras virtudes se limitan a perfeccionar al ser humano, la justicia busca ordenar el ser humano con los demás. La justicia implica el derecho porque existe la obligación de dar a cada uno lo suyo. Esta definición viene de la antigüedad y por medio de Platón y Aristóteles llegó a ser patrimonio común de la tradición occidental. El actual sistema tecnológico- económico-financiero global no se siente dirigido por el derecho y la moral y constituye un Estado neutral, es decir no busca la mejor manera de vivir. Sin embargo, la política es más que una simple técnica para determinar el pueblo. Su origen y meta está en la justicia y esta es su naturaleza ética. Según Tomás de Aquino, las tres principales formas de relaciones entre los seres humanos son ordenadas: de individuo con otro individuo (conmutativa), la comunidad con los individuos (distributiva) y los miembros con el todo social (social o legal). Sin aporte de todos al bien común no puede haber justicia distributiva y sin una buena justicia no hay igualdad. Se trata de dar participación no solo en lo material sino también relaciones virtuales con todos, libertad de opinión e información.

Hoy en día podemos mencionar las virtudes que han desaparecido como honradez, solidaridad, lealtad, agradecimiento, y respeto. Más conocidos son los vicios de corrupción, egoísmo, envidia, traición e irrespeto. En otro aporte explicamos que ninguna virtud puede realizarse sin el amor.