La primera y más importante: Perú valora y defiende la vida, desde el momento de la concepción y hasta el final de su curso natural. Por tanto, firme oposición al aborto y a todos los recovecos por los que se quiere colar; de igual manera, fuera la pena de muerte y todo tipo de atentado contra la vida. El hecho de que salga casi un millón de personas a caminar debe ser tenido en cuenta por los medios de comunicación, los partidos, el gobierno, la sociedad.

La unión hace la fuerza. Da gusto ver a todos los obispos de la provincia eclesiástica de Lima (Carabayllo, Chosica, El Callao, Lurín, auxiliares) ponerse al frente, dar la cara, cerrar filas en torno al Arzobispo y suscitar la adhesión de parroquias, movimientos, asociaciones religiosas y civiles, iglesias evangélicas y de otros credos. Y todo sin clericalizar el acto, pues –salvo la necesaria voz del Cardenal Arzobispo al final- siempre han sido voces laicas las que han llevado la voz cantante. Ha habido presencias individuales, familiares, grupales, pero todas desembocado en el océano de paz y vitalidad de la gran caminata por la vida.  Felicitaciones por crear puentes que unen y no murallas. Todos los puentes y caminos deben llevar al primer bien, primer derecho: la Vida.

El bien se hace muy bien. Hay que felicitar por la programación, por la convocatoria, por los slogans, afiches y volantes, pancartas, por la difusión, por los medios de comunicación, la presencia en las redes…y hasta la bendición del Papa Francisco.

Disciplina y creatividad. Da gusto ver el orden, la puntualidad, el buen gusto de pancartas, y la desbordante creatividad en el colorido de afiches, gigantografías, buscando siempre lo positivo, la asertividad, en un ambiente de familia, simpatía, cordialidad. En ningún momento se han visto gestos homofóbicos ni gritos en contra de personas, se han proclamados los derechos (la vida, el matrimonio natural y como Dios quiere) y se ha exigido su reconocimiento tal como constatan las leyes (Constitución Política del Perú, Código Civil, Código de los Niños y Adolescentes, Convención Americana sobre Derechos Humanos; celebración estatal cada 25 de marzo,  Día del Niño por Nacer.

Razones llenas de vida. En todo momento se ha dado razón y sentido del por qué se marcha. Queda claro el compromiso de ser la voz de los sin voz, del niño concebido aunque no nacido. Con textos, con imágenes, con testimonios –entrañable el de Lianna Rebolledo-, con canciones, con sociodramas, con arengas, con declaraciones  derecho

Cuando los famosos y políticos apoyan. Excelente el papel de Giovana de los chistosos, genial la participación ágil y de gran calidad de músicos y bailarines, jóvenes, no tan famosos, pero bien comprometidos por la defensa de la vida. Como expresó Carol Maraví, una de las voceras de la Marcha por la Vida, la edición 2016 se realiza en un especial tiempo de decisiones: “En esta oportunidad la Marcha por la Vida tiene una coyuntura muy especial. Los políticos van a oír nuestra voz. Sabrán que NO estamos mudos. Verán a más de medio millón de personas recordándole que antes de reclamar cualquier derecho, el primer derecho que tiene todo ser humano es la vida”. Por eso me parece tan importante el espacio que se les dio al final de la marcha para que saliesen al estrado los candidatos dispuestos a asumir los valores proclamados.

La marcha continúa. Como reza el lema montañero, cuando parece que llegaste a la cumbre, sigue subiendo. Y sus organizadores lo demostraron ayer, llegando los primeros –mucho antes de las 3 de la tarde- y saliendo los últimos –casi a las diez de la noche. Aunque hay personas decisivas como el P. Luis Gaspar –responsable general- para entender el gran logro, la clave está en los voluntarios que han entendido que la marcha no es flor de un día sino un jardín que hay que cuidad durante todo el año y que hay que cultivar para            que siempre esté vivo. El mundo se ha dado cuenta que la capital de la vida el sábado 12 de marzo fue Lima.

¡Amigos, felicitaciones, gracias por embarcarnos en tamaña aventura! Y, sean realistas, luchen por lo imposible. Y el próximo año seremos más.