En octubre, los peruanos somos testigos y participes de una de las mayores celebraciones religiosas que se desarrollan durante todo el mes.  La fiesta del Señor de los Milagros concentra una multitud de fieles que se unen a renovar su fe y de vivir la “cuaresma peruana” como se le conoce, en donde tenemos la oportunidad de vivir una especie de penitencia particular. 

El morado es el color litúrgico que se utiliza en el tiempo de Cuaresma y existe una estrecha relación del color morado con la devoción del Señor de los Milagros, tanto en su historia como en la vestimenta de los fieles (hábito). Esto debe tener un significado muy particular en la manera en que debemos vivir este tiempo de celebración.

La carta pastoral del arzobispado de Lima escrita justamente por el mes morado, nos da algunos consejos prácticos para vivir este tiempo de manera especial: un largo retiro espiritual que sirva para reflexionar y discernir acerca de nuestra verdadera devoción al Señor Crucificado. Este tiempo es pues ocasión especial para vivirlo con mucho recogimiento, un tiempo para cambiar algo de nosotros y poder apreciar con mayor fervor a Dios Padre a través de Jesús Crucificado.  

Pero también es un tiempo de esperanza y de oportunidad para volver a escuchar la buena noticia y para ponerla en práctica. A través de la Imagen Sagrada del Señor de los Milagros, regalo maravilloso que Dios hizo a nuestro país, se nos invita a vivir este tiempo con una inmensa devoción, pero, en esa misma proporción, a vivirlo con un inmenso amor hacia Él. 

Por María Yáñez Valencia