Todos los cristianos católicos y no católicos, sabemos de la importancia del bautismo, por ser el sacramento que nos inicia en la vida espiritual. Pero ¿por qué se dice que el bautismo limpia el pecado?

Al ser bautizados recibimos lo que la Iglesia llama la justificación o gracia santificante, que significa la remisión o perdón de los pecados y la santificación del hombre. 

Si (siendo adultos)  nos preparamos adecuadamente y seguimos las debidas disposiciones; por el bautismo, todos nuestros pecados son perdonados: el pecado original (que heredamos de nuestros primeros padres Adán y Eva) y también nuestros pecados personales. 

El Señor nos enseña que”el bautismo” es necesario para la salvación: «El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Juan 3,5), por esa razón, Él envió a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones:  “…haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28,19-20). 

En otros pasajes de la biblia, encontramos la urgencia del llamado a bautizarnos, para alcanzar el perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestra alma: “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará”.  (Marcos 16,16).

«Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2,38).

Sin embargo, aunque nuestros pecados son absueltos al ser bautizados, debemos seguir desarrollando disposiciones interiores y hábitos de conducta agradables a Dios; es decir, conformes con las exigencias del Bautismo. En otras palabras, después de ser bautizados, debemos mantenernos alejados del pecado, y en caso de caer, recurrir al sacramento de la confesión para reconciliarnos con el Señor.

El sacramento del Bautismo es una acción salvadora de Dios, y Él nos lo ofrece como un regalo, originado por su amor y misericordia hacia nosotros. No lo desaprovechemos.

Por Lessie Malaga