¿Por qué la gracia es el sentido de la vida diaria?, por Fray Johan Leuridan

Es difícil entender la palabra “gracia” en una cultura donde el ser humano se considera autónomo y donde el Estado tiene organizado los derechos, la salud, la educación, los impuestos y las empresas promueven el trabajo. Sin embargo, la gracia encontramos en nuestra vida diaria. Toda persona tiene la necesidad de la “gracia”. Se habla mucho de los derechos humanos, pero no son suficientes. No tenemos derechos al cariño, a la amistad, a la salud y llegar a la vejez. Para lograr nuestra felicidad dependemos de la libertad, es decir, de la gracia de los otros. Para el matrimonio se necesita la respuesta de otro (a). También la amistad necesita una respuesta. El amor de uno debe ser dado y respondido en libertad. Podemos aportar algo, pero al final uno lo recibe como una gracia de los otros. Amamos, pero necesitamos ser amados.  Existe una dependencia en la libertad. No puedes recurrir a los derechos humanos. Te dan o no te dan. La dependencia en este caso no es una humillación. El amor profundo es pertenencia. Nadie puede reclamar derechos sobre lo que da sentido a nuestra vida.

La vida también es un don. Nuestra vida no es fruto de un mérito. Todos deseamos la felicidad eterna, pero nadie puede realizarse totalmente. Nunca se puede lograr la plena felicidad que uno desea. Sin embargo, este deseo no se puede eliminar. Se puede negar el sentido de esta pregunta, pero no se puede eliminar la pregunta. Sin embargo, existe la posibilidad de una respuesta. Debemos tener una actitud de escucha. Dios nos habla por medio de Cristo en la biblia. La fe nos permite comunicarnos con Dios. La respuesta de Dios a nuestra pregunta consiste en invitarnos a entrar en su vida. Escuchamos la palabra de Dios como una respuesta completa a nuestros deseos más profundos. Cuando nosotros fallamos a veces, Dios nos da siempre la oportunidad de recomenzar. Sin embargo, no podemos por nosotros mismos lograr esta realización. Se presenta como una respuesta gratuita a nuestra pregunta. Esta respuesta llamamos gracia. El deseo más profundo de cada ser humano se dirige a esta gracia. Este deseo es en realidad un deseo hacia Dios. Dios es salvación y futuro. “No hay distinción entre personas, pues todos pecaron y están faltos de la gloria de Dios. Pero todos son “hechos justos” gratuitamente y por pura bondad, mediante la redención realizada en Cristo” (Romanos, 3, 23-24).

La esencia de la vida cristiana consiste que nosotros recibimos la gracia que pasamos a otros. Tratamos de relacionarnos con los demás de la misma manera como Dios trata con nosotros. La moral no es entonces en primer lugar, una conciencia de los deberes sino transmitir a los prójimos la gracia de la vida nueva recibida por Dios.  La persona, la familia, el estudio, el trabajo y la política no son solo objetos materiales sino la gracia los eleva a una relación de amor, fraternidad. El principio actual de la igualdad no es suficiente. El Espíritu Santo transforma la materia.

Invito escuchar de nuevo la canción “Amazing Grace”. Está en YouTube.