La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se originó gracias a Santa Margarita de Alacoque, a quien Jesús reveló su sufrimiento ante el desprecio y la ingratitud de los hombres, incluso en el sacramento del amor. Esta devoción ha sido abrazada por muchos santos y creyentes a lo largo de los siglos, con el propósito de reparar el sufrimiento causado por la indiferencia humana.

Estas son sus promesas si honramos su Sagrado Corazón:

— Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

— Pondré paz en sus familias.

— Les consolaré en sus penas.

— Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.

— Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

— Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

— Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.

— Las almas tibias se volverán fervorosas.

— Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

— Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

— Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.

Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.