San Roque era un joven de la tercera orden franciscana, muy identificado con los olvidados de su época, sobre todo las víctimas de la peste bubónica, que golpeó a Italia y gran parte de Europa. En cuanto a su nacimiento en Montpellier (Francia) se tejen varios años, pero nos quedaremos con 1350; lo que sí se conoce del santo, que es considerado patrono contra enfermedades y pestes, y también protector de los perros.

El joven Roque provenía de una familia pudiente – su padre era gobernador de Montpellier-, quedó huérfano de muy joven (20 años) y al recibir la herencia familiar, lo donó para cubrir las necesidades de los pobres. Decide peregrinar a Roma y en el camino atendía a los contagiados por la peste. El santo mostraba valentía y amor al enfrentar una enfermedad que aterraba a muchos. Logró impresionantes curaciones puesto que en ese entonces no existían los remedios adecuados. Se cuenta que con hacerles la señal de la cruz en las frentes lograba sanarles, cada vez que lo veían se decían “Ahí viene el santo”.

El peregrino y el perro

La circunstancia provocó que se contagiara de la epidemia y para evitar propagarla se refugió en una cueva, donde milagrosamente un perro al que lo identifican con el nombre de Melampo, le llevaba diariamente pan. El dueño del animalito, llamado Gottardo Pallastreli, quien es descrito como una persona no creyente y malgeniada, decidió seguir a su mascota y descubrió al enfermo Roque, llevándolo a su casa para atenderlo. Así inicia la conversión de Gottardo. San Roque fue el refugio para los moribundos y descanso para los muertos, en el sentido que hacía las sepulturas, debido que nadie se acercaba a las víctimas por temor a contagiarse.

Ya curado y de regreso a su pueblo natal es confundido como un espía y lo encierran en la cárcel, él sin identificarse ni defenderse, queda encerrado largos años, dedicándose a consolar a los prisioneros y ofreciendo sus penas por la salvación de las almas, hasta el momento de su muerte que descubren en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeño y así reconocieron al hijo del que había sido gobernador de la ciudad.

En la iconografía de San Roque, que varía según el lugar donde es venerado, se mantienen elementos característicos:

  1. El traje del peregrino, comprende de una túnica o capa larga, sombrero y sandalias.
  2. Herida en la pierna, es la secuela del contagio de la peste y la caridad que le impulsó negarse a sí mismo como Cristo.
  3. El perro ubicado al lado de su pie, no es su mascota sino el animalito que pertenecía a un hombre adinerado, que al ver diariamente salir a su mascota con un pan decidió seguirlo y la sorpresa fue el encuentro con el pobre peregrino.
  4. Cruz como parte de su vestuario que hace referencia a su devoción.

Hay parroquias que llevan su nombre y tienen la tarea de asistir a los enfermos de su localidad como ejemplo de su patrón San Roque, fiel seguidor de Cristo. En tiempos de pandemia era frecuente invocarlo con la frase “San Roque que este virus no nos toque”.

Oraciones a San Roque

Glorioso San Roque, patrono de los enfermos, ten piedad de tantos afligidos, a quienes la enfermedad confina a un lecho de dolor. Tu crédito era tan grande ante Dios que curabas a los enfermos sólo haciendo sobre ellos la Señal de la Cruz; y este crédito sigue siendo grande en el cielo. Presenta a Dios, te lo imploramos, nuestros suspiros y oraciones, y obtén para nosotros alivio en nuestras enfermedades y su curación para la mayor gloria de Dios. Así sea.

¡Oh, generoso San Roque! Tú que por la gracia de Dios socorriste a quienes enfermaban de peste, tú que respondiste milagrosamente a las súplicas de tus devotos, hoy te ruego con todo mi corazón que sanes a mi perro y fiel amigo (nombre del perro), líbralo de este fuerte quebranto de salud que le tiene desanimado.