Virgen de Fátima: ‘la verdadera historia’
Los Niños De Fátima. La historia de Fátima comienza realmente en el año de 1916, cuando los tres niñitos, Lucía, una niña de nueve años, Francisco, un niño de ocho y Jacinta, una niñita de seis años; fueron al valle de la Cova de Iría cerca de la aldea de Fátima en Portugal. Este era un día común, cuando los niños llevaban sus ovejas a pastar. En este día en particular al principio de la primavera de 1916 empezó a llover, por lo tanto, los niños subieron por un lado de la colina al sur del valle hasta una cueva natural, llamada «Cabeço». Allí terminaron sus juegos, almorzaron, y como era la costumbre en todo Portugal, se arrodillaron a decir el Rosario.
El Ángel De Portugal
Antes de terminar el Rosario sintieron un viento fuerte y al mirar, notaron una luz extraña a lo lejos sobre el valle. Mientras la observaban, la luz se acercaba más y más hacia el sitio donde ellos estaban arrodillados y finalmente, vino hasta la misma entrada de la cuevita. Ahí la luz tomó la forma de un muchacho joven como de quince años. «No teman» dijo la criatura de la luz, «Yo soy el Ángel de la Paz, recen conmigo.» Luego, postrándose con su frente tocando el suelo, le enseñó a los niños la oración que dice lo que está mal en el mundo hoy en día. Esta es la oración que el Ángel de la Paz le dio a los niños de Fátima: «Dios mío, Os creo, Os adoro, Os confío y Os amo. E imploro perdón por los que no Os creen, Os adoran, Os confían y Os aman». Tres veces consecutivas el Ángel repitió la oración, una oración en la cual, el cielo pide que de la tierra suban oraciones de Fe, Esperanza y Amor — los tesoros que todos recibimos en el bautismo. «Recen así», dijo el Ángel cuando se retiraba. Los corazones de Jesús y María están atentos a vuestras súplicas.»
Dos veces más en el verano de 1916 el Ángel visitó a los niños. La segunda vez que vino, los niños estaban jugando cerca del pozo detrás de la casa de Lucía. De pronto, sin avisar, apareció preguntando: «Que hacen? Recen, recen sin cesar; ofrezcan oraciones y sacrificios al Todopoderoso. » Lucía confusa por las palabras, se atrevió a preguntar: «Pero cómo — cómo debemos sacrificarnos?» A lo que el Ángel contestó: «En todo lo que hagan ofrezcan un sacrificio a Dios para pagar por los pecados que le ofenden, sobre todo, acepten con sumisión los sufrimientos que Dios les va a mandar.»
Más tarde en el valle, las niñas se lo explicaron a Francisco quien había visto el Ángel pero no pudo oír su voz. «Pero como debemos sufrir?» dijo Francisco, «No estamos enfermos. Tenemos suficiente para comer y un sitio para vivir.» Pero pronto aprendió su significado, cuando su hermano mayor se enlistó en el ejército de la segunda guerra mundial. Igualmente la pequeña Jacinta se deprimió por la preocupación en su hogar y los cuentos de muerte en el campo de batalla, igual al problema en la familia de Lucía, cuando su padre comenzó a gastar todo su dinero en las tabernas, y extendía sus bracitos y lloraba diciendo; «Señor, Os ofrecemos todos estos sufrimientos para la conversión de los pecadores.» Entonces empezaron a comprender el significado de sufrir y el gran misterio del pecado.
Reparación
A fines del verano, el Ángel vino a «El Cabeco» donde estaban rezando, esta cueva fue santificada debido a su primera visita. En su mano sostenía un Cáliz y sobre él, una Hostia sangrando. Arrodillándose dijo la conmovedora oración: «O Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Os adoro y ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en los tabernáculos en el mundo, en reparación por las injurias, sacrilegios é indiferencias por los cuales Él es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su Sagrado Corazón y del Inmaculado Corazón de María, Os imploro por la conversión de los pobres pecadores.» Luego, dando la Hostia a Lucía y el contenido del Cáliz a Francisco y a Jacinta dijo: «Tomad y bebed del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, horriblemente ofendido por hombres ingratos. Haced reparación por sus crímenes y consuelen a Dios.» Esta fue la última vez que los niños vieron al Ángel de la Paz.
Nada fuera de lo ordinario sucedió durante los días que siguieron. El verano pasó, el invierno llegó, la primavera con su nueva vida, y durante ese tiempo los niños abrazaron la esperanza de que la criatura de la luz regresaría a ellos.
Nuestra Señora Contesta
El trece de Mayo de 1917, cuando fueron a la serra, los niños no sabían la confusión en que el mundo se encontraba. No habían oído la voz del Papa Benedicto XV que se había dirigido a la Madre de la humanidad, pidiéndole a María que mirase al mundo sollozando, que simpatizara con los llantos de los niños inocentes, y los lamentos angustiosos de las Madres y las esposas. Sin embargo, este era el día en que la Madre de Dios había decidido contestar la súplica del Santo Padre.
Al mediodía los niños fueron sorprendidos por un rayo repentino de un relámpago. Mirando hacia arriba no vieron señal de tormenta; el cielo nunca había estado tan bello, ni el valle tan pacífico. Otra vez vino el rayo y temiendo que una tormenta repentina los sorprendiera, corrieron en dirección de la pequeña cueva. Al volverse, se sorprendieron al ver una Bella Dama parada sobre uno de los pequeños robles cercanos. «No Teman», Dijo la Bella Dama. Sin miedo Lucía le preguntó: «De donde viene Usted?» — «Vengo del cielo.» «Del cielo!» dijo Lucía…y preguntó: «Iré al cielo?» «Sí». Y pensando en sus compañeros añadió: «Y Jacinta, irá también?» «Sí» — «Y Francisco, irá también al cielo?» Francisco, oyendo su nombre, se volvió y vio a las niñas mirando hacia el arbolito, y no viendo nada, gritó; «tírale una piedra a ver si se va!» «Porqué es que Francisco no la ve?» Lucía preguntó a la Dama. Entonces Nuestra Señora contestó las palabras que todos debemos tomar muy en serio: «Dile a Francisco que diga el Rosario y me verá.» Inmediatamente Francisco tomó sus cuentas y comenzó a rezar. Antes de terminar, sus ojos se abrieron y pudo ver la visión que lo cambió en uno de los más grandes apóstoles de la oración de estos tiempos. El pequeño Francisco que como muchos de nosotros pensaba que las oraciones no eran importantes, nunca olvidó las palabras de Nuestra Señora. Enseguida se convirtió en una inspiración para los demás.
Un día las niñas estaban tan ocupadas jugando, que no pensaron en Francisco hasta el almuerzo. «Francisco», llamaron — «estás listo para comer?» «no, no deseo comer». Luego le preguntaron lo que estaba haciendo: «Estaba pensando en Nuestro Señor, que está triste por los pecados cometidos. Cuanto deseo consolarlo!» Otro día lo llamaron a jugar y él simplemente levantó su Rosario. Y le dijeron, «O, dilo luego!» y el contestó: «Ahora y luego también!, no recuerdan que Nuestra Señora dijo que tendría que decir muchos Rosarios?».
El Inmaculado Corazón de María
En Junio Nuestra Señora regresó, esta vez después de repetir el mensaje de la oración, les pidió que añadieran entre cada década la invocación: «O Jesús mío, perdone nuestros pecados, líbrenos del fuego del infierno, lleve al cielo a todas las almas, especialmente aquellas que necesitan más de Su misericordia.» Una vez más pidió que hicieran sacrificios diariamente. Entonces, abriendo sus manos que habían estado siempre juntas en oración, les reveló Su Inmaculado Corazón rodeado de espinas, herido y sangrando.
La devoción al Inmaculado Corazón de María está clara en la oración que Ella les pidió que dijesen después de cada sacrificio: «O Jesús mío, es por amor a Vos, para la conversión de los pobres pecadores, en reparación al Inmaculado Corazón de María.» Hoy en día Dios quiere que hagamos reparación al Inmaculado Corazón de María directamente. Esto suena como una devoción completamente nueva en la Iglesia, pero la historia nos da miles de ejemplos de teólogos y santos que nos dicen que María tiene parte en cada paso, en todo el plan de la salvación. Como nos dice San Bernardo: «Así es la inmutable voluntad de Dios que ha querido que tengamos todo por medio de María.» Somos hijos de María, Cristo lo ha querido así, sabiendo que las virtudes pasan fácilmente del corazón de la Madre al corazón de Sus hijos.» (San Juan María Vianney)
Aviso Solemne
El trece de julio, después de repetirte el mensaje de oración y sacrificio, Nuestra Señora de pronto abrió Sus manos y una gran cantidad de luz pareció salir de ellas y penetró la tierra. La tierra se abrió, revelando a los niños inocentes el terrible abismo del infierno. Lucía nos dijo después, que allí pudieron ver las almas de los condenados, arrojados de un sitio a otro como chispas en un gran fuego, llorando de pena y de eterno remordimiento, y pudo distinguir a los demonios por las formas nauseabundas que habían tomado de animales desconocidos. «Ven el infierno», dijo Nuestra Señora, «Donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi inmaculado Corazón». Entonces en un resumen espantoso, Nuestra Señora dijo lo que le sucedería al mundo si los hombres no cesaban de ofender a Dios, y como Dios iba a castigar al mundo por medio de guerras, hambre y persecución de la Iglesia. «Vendré a pedir la consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón y la comunión de reparación de los Primeros Sábados». Ella dijo como Dios nos mandaría castigos si sus súplicas no eran concedidas, y advirtió a los hombres así: «Si Mi súplicas son concedidas, Rusia se convertirá y habrá paz; sino, Rusia esparcirá sus errores por el mundo, causando guerras y persecuciones a la Iglesia; los buenos serán martirizados y varias naciones serán aniquiladas». Luego añadió: «Al fin Mi Inmaculado Corazón triunfará». Otra vez en agosto Nuestra Señora les mencionó el infierno y les dijo: «Recen grandemente y hagan sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno, mas no tienen a nadie que rece y haga sacrificios por ellos».
El Infierno y la Guerra
En las semanas que siguieron los niños no cesaron de pensar en la terrible visión del infierno. La pequeña Jacinta se sentaba y pensaba horas corridas. «Que triste estoy por las almas que van al infierno …la gente allí, viva, quemándose como madera en el fuego… Lucía, «Porqué va la gente al infierno?» y Lucía le explicaba;… «Lucía dile a Nuestra Señora que le enseñe el infierno a todo el mundo, entonces nadie pecaría más».
El Gran Signo
No podemos imaginar que como la noticia de los acontecimientos en Fátima, gradualmente pasaron a los pueblos y aldeas de Portugal, y hasta fueron reportadas en otras partes de Europa, hubo muchos que rehusaron creer que Nuestra Señora se había aparecido en el mundo en un sitio tan olvidado como Fátima. Así que, Nuestra Señora le dijo a los niños en septiembre de 1917: «Díganle que en octubre yo les daré una señal tan grande que todos estarán obligados a creer en Mí».
Y llegó el día, y a pesar de la lluvia y el lodo, todas las carreteras hacia Fátima estaban llenas de tráfico en los días antes del trece de octubre. Todos deseaban ver a Nuestra Señora. Poco antes del mediodía Nuestra Señora vino por última vez. Con sus corazones desbordados de amor, los niños escucharon su último mensaje: «Díganle a la gente que tienen que enmendar sus vidas y pedir perdón por sus pecados. Que no ofendan más a Nuestro Señor, pues está ya demasiado ofendido».
Entonces vieron el gran milagro del sol, durante el cual el sol se puso de color rojo sangre y empezó bailar en el cielo; luego empezó a bajar y acercarse a la multitud de 70,000 personas que observaban horrorizados. Todos pensaron que el fin del mundo había llegado. Todos estaban llorando y gimiendo: «¡Virgen Santísima, no nos lleves en nuestros pecados!» Cuando el sol finalmente regresó a su sitio, supieron que el cielo había bajado a la tierra; y se dirigieron a los niños de Fátima con una pregunta: «Que quiere Nuestra Señora que hagamos?»
Consagración y El Escapulario
Nuestra Señora desea que nos consagremos a Su Inmaculado Corazón, una consagración en la cual nos entregue completamente a nuestra Madre, prometiéndole que vamos a: 1. Decir el Santo Rosario todos los días. 2. Ofrecerle todos los pequeños sacrificios diarios para la conversión de los pecadores. 3. Hacer cinco comuniones de Reparación en los primeros sábados de cada mes, durante cinco meses consecutivos. En la última aparición, Nuestra Señora apareció como Nuestra Señora del Carmen, sosteniendo el Santo Escapulario, que es el signo de consagración al Inmaculado Corazón de María. Diariamente nos debe recordar la promesa que le hemos hecho a la Virgen Santísima.
Una Visita con Lucía de Fátima
En la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, el 15 de agosto de 1950, tuve el gran privilegio de visitar y hablar con Sor Lucía, la única sobreviviente de los niños de Fátima. Ella es una hermana Carmelita, Sor María Lucía del Inmaculado Corazón de María. Tuve la alegría de hablar con ella alrededor de hora y media, durante la cual ella contestó muchas preguntas importantes. Cuando le pregunte si Nuestra Señora del Carmen se le había aparecido en Fátima dijo: «Seguramente!» Luego le pregunté acerca del Santo Escapulario y el mensaje de Fátima: «En muchos de los libros escritos acerca de Fátima, los autores no mencionan el santo Escapulario como una parte necesaria del mensaje de Fátima. El Rosario y el Santo Escapulario son inseparables».
Nosotros que sabemos el significado del mensaje de Nuestra Señora de Fátima, nos tenemos que convertir en otros apóstoles, fieles hijos de María, y no conformarnos con guardar este mensaje, sino que tener el celo de apóstoles, trabajaremos día y noche para hacer a María conocida por todos. Guardemos en nuestro corazón las palabra dichas a Lucía por Jacinta antes de morir:
«Lucía, dile a todo el mundo que Dios da Sus gracias por medio del Inmaculado Corazón de María. Diles que imploren por la paz del mundo al Inmaculado Corazón de María, pues Dios le ha dado la paz del mundo a Ella».
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