El filósofo, alemán, Peter Sloterdijk da a uno de sus libros el título de  “Haz el cambio” porque la ciencia y la tecnlogía cambian a cada instante. Sin embargo, los valores no cambian a cada instante.

 “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior (Romanos, 12, 2). El misterio de Dios se presenta como un misterio de amor. El evangelio nos invita seguir el ejemplo de Cristo como la imagen del hombre nuevo. La vida del cristiano parte de una ética de amar, es decir, buscar y hacer el bien. “Lo que somos es obra de Dios: hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocuparemos en ellas (Efesios, 2.10). “Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto” (Romanos, 12, 2). “Una cosa es cierta, y en ella debes insistir: los que creen en Dios han de destacarse en el bien que puedan hacer” (Tito, 3, “Que cada uno busque lo que agrada a su prójimo, ayudándole a crecer en el bien” (Romanos, 15,2). “ Por su parte, hermanos, no se cansen de hacer el bien( II Tessalonicenses, 3, 13). ). Luchamos porque amamos. “Así, pues, hagamos el bien sin desanimarse que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes. Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y especialmente a los de casa, que son nuestros hermanos en la fe” (Gálatas, 6. 9-109). Todos saben que ustedes están muy abiertos a la fe, y eso me alegra, pero quiero que sean ingeniosos para el bien y firmes contra el mal (Romanos, 16, 19).”Que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que den de buen corazón, que sepan compartir” (I Timoteo, 6, 18). Dios no envió el Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él (Juan, 3,17). Las personas que buscan el bien establecen vínculos fuertes. “No hay amor más grande que dar la vida para sus amigos” (Juan, 15.13). No buscamos una utopía sino “sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo (Mateo, 43-48). 

La revelación no es en primer lugar la profecía sino Cristo que se da a conocer en la intimidad de la persona como el amor que da sentido a la existencia.  El nuevo mamndamiento del amor que Cristo anuncia en la última cena es una ley interna que el Espíríru santo infunde en nosotros. La fe es el reconocimiento de la invitación de Cristo en nuestra conciencia. La aceptación de la invitación de Cristo produce una conversión del pensamiento que nos lleva a actuar de una manera distinta. San Pablo felicita los comunidades que se convirtieron. “Pero Dios en misericordia: ¡con qué amor tan inmenso nos amó! Estabamos muertos por nuestras faltas y nos hizo revivir con Cristo: ¡por pura gracia ustedes han sido salvados! Con Cristo Jesús y en él nos resucitó y nos sentó en la morada celestial (Pablo, Efesios, 2,4-69). “Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de lo que continuará hasta concluir el día de Cristo Jesús. Esté siempre alegres en el señor; se lo repito, estén alegres y tengan buen rato con todos” (Filipenses, 1,6 y 4, 4).

Por Fray Johan Leuridan Huys