Este artículo describe la evolución de la Asamblea del Sínodo de los Obispos desde su inicio en 1965 hasta su nueva concepción bajo el Papa Francisco, que se desarrollará en la próxima asamblea sinodal de octubre. Inicialmente, el Sínodo fue establecido por el Papa Pablo VI como un “consejo permanente de los Obispos para la Iglesia universal.” Pablo VI reconoció que esta institución podría perfeccionarse con el tiempo.

La evolución del Sínodo ha estado relacionada con la aceptación progresiva del Concilio Vaticano II, especialmente en lo que respecta a las relaciones entre el pueblo de Dios, el colegio episcopal y el Obispo de Roma. El Papa Francisco ha enfatizado la importancia de una Iglesia sinodal, basada en la escucha mutua y el diálogo.

En 2018, la constitución apostólica Episcopalis communio reformó el Sínodo, transformándolo de un evento puntual en un proceso dividido en fases en el que toda la Iglesia y sus miembros pueden participar. El proceso del Sínodo 2021-2024, titulado “Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión,” es más complejo que los sínodos anteriores.

Este proceso incluyó una fase de consulta y escucha del pueblo de Dios en todas las Iglesias del mundo, desde el nivel local hasta el continental. Esta escucha se ha convertido en una oportunidad para el encuentro y el diálogo, dentro de cada Iglesia local y entre ellas. La dinámica eclesial a nivel continental se inspira en el Concilio Vaticano II, particularmente en el decreto “Ad gentes.”

La fase de discernimiento, principalmente responsabilidad de los pastores, también se ha vuelto más procedimental y se llevará a cabo en dos sesiones durante la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. La composición de la asamblea sinodal incluirá obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos que han estado involucrados en el proceso sinodal. Su tarea es llevar el testimonio y la memoria de ese proceso al discernimiento de la asamblea.