Santa Margarita María Alacoque, la difusora del Sagrado Corazón de Jesús, por Cathy Calderón

Es la Santa que dio un espaldarazo a la propagación del culto al Sagrado Corazón de Jesús. Nació un 25 de julio de 1647 en Janots, Borgoña. Siendo pequeña, 4 años, consagró su pureza y castidad a Dios, a los 8 años fallece su padre y junto a sus hermanos son internados en la escuela de las religiosas Clarisas, a los 11 años contrajo una enfermedad reumática que guardó cama los siguientes 4 años. Sufrió por la enfermedad de su mamá y por la autoridad desmedida de sus familiares paternos. Fue una etapa de acercamiento a la Santísima Virgen María, con quien tenía algunas visiones. El 20 de junio de 1671 ingresó al convento de la Visitación de Paray-le-Monial (Francia) y el 25 de agosto del mismo año toma el hábito. Su vida con experiencias sobrenaturales no era comprendida por sus hermanas del convento, lo que dudaría que haga el voto de profesión, sin embargo, el 6 de noviembre de 1672 consigue la meta de convertirse en monja y añade a su nombre “María”. Tuvo una vida de sufrimiento que siempre la encauzó hacia Dios “Sufriendo entiendo mejor a Aquel que ha sufrido por nosotros”, se decía.

Margarita María tiene varias apariciones oculares del Corazón Divino pero hay cuatro grandes revelaciones de encuentros con el Sagrado Corazón de Jesús. La primera revelación se produce el 27 de diciembre de 1673, a los 26 años de edad. “Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por su Divina Presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su Pecho Divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su Amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado”.

En la segunda revelación que ocurrió dos o tres meses después de la primera (1674) describe: “El Divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más esplendoroso que el sol y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en su parte superior…” Surge la iconografía que representa al Sagrado Corazón de Jesús. “Me hizo ver”, continúa la Santa, “que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundantes y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de Carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el su amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. Que esparcirá sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la rendición amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos lo que se decidan a abrazar esta devoción”. Aquí Jesús empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. En 1686 el Señor manifiesta que la imagen se expusiese en las casas o se llevara en el pecho en forma de medalla.

La tercera revelación ocurrió el primer viernes de junio de 1674, el Señor describe como se realizaría la práctica de la devoción a su Corazón junto con el propósito de reparación: “Primero, me recibirás en el Santísimo Sacramento tantas veces como la obediencia te lo permita, sin importar la mortificación o humillación que ello pueda conllevar. Además, comulgarás el primer viernes de cada mes, y todas las noches entre el jueves y el viernes te haré partícipe de aquel dolor de muerte que fue mi voluntad sufrir en el Huerto de los Olivos. Este dolor te reducirá, sin que entiendas cómo, a una especie de agonía más amarga que la muerte. Para unirte a Mí en la humilde oración que entonces hice a Mi Padre celestial en agonía, te levantarás entre las once y las doce, y permanecerás conmigo sobre tus rodillas durante una hora, con el rostro hacia el suelo, para apaciguar la ira de Mi Padre Eterno, y pedirle perdón por los pecadores. Así compartirás conmigo, y en cierto modo aliviarás el amargo dolor que sufrí cuando mis discípulos me abandonaron y me vi obligado a reprocharles que no podían velar conmigo ni siquiera una hora. Durante esa hora harás lo que yo te enseñaré”.

Había mucho recelo e incomprensiones con las visiones de Margarita hasta que los primeros días de febrero del 1675, enviado por Jesús, se pone bajo la dirección espiritual del santo jesuita, Claudio de la Colombiere, quien creyó en las revelaciones.

En la cuarta y última revelación que ocurrió en la octava del Corpus Christi del año 1675, el Señor le descubrió su corazón para establecer una fiesta litúrgica en honor al Sagrado Corazón de Jesús y dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor […] te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón […] También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”.

El padre jesuita le ordena a sor Margarita que cumpla la voluntad del Señor y que escribiese todo cuanto le había revelado.

Pasaron 10 años para instalarse la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en el monasterio de la Visitación. Santa Margarita fallece el 17 de octubre de 1690, a los 43 años de edad y 18 años de profesión religiosa. El papa Inocencio XIII empezó un movimiento que abriría las puertas a la devoción, proclamó bula papal dando indulgencias a todos los monasterios de la Visitación con motivo de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En 1765 el papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma, en 1856 el papa Pio IX lo extendió a toda la Iglesia y el 13 de mayo de 1920 Margarita María Alacoque es elevada a los altares por el papa Benedicto XV.

Santa Margarita recibió del Señor tres armas en la lucha para su purificación y transformación:

  1. Conciencia delicada y un profundo odio y dolor ante la más pequeña falta.
  2. La santa obediencia
  3. La Santa cruz

Y los tres grandes deseos de la Santa fueron:

  1. Deseo de amar a Dios y recibir la Santa Eucaristía.
  2. Deseo de padecer a consecuencia del deseo de amar quería dar su vida puesto que no tenía más que dar.
  3. Deseo de morir para unirse con Dios.

La festividad litúrgica es el 16 de octubre.